Isla delfín

Llegaron tras un largo viaje, y al llegar la tripa de Neith pareció avisarle de que debía comer porque al llegar lo único que exclamó ésta, fue un "tengo hambre".

-¿Que te apetece comer?-sonrió-Creo que podríamos comer mientras vemos las estrellas, aunque si quieres comer en un sitio cerrado... por mí bien.

Dejó de abrazar a la chiquilla, aunque no le soltó la mano, no sabía si esto le incomodaría a ella, pero esperaba con creces que no, ya que él se sentía muy cómodo de aquella forma.

No esperaba oír una respuesta como aquella, pero la verdad es que las frutas le parecían dulces y jugosas, así que le pareció una muy buena idea.

-Me encantan las frutas, adoro las fresas sobretodo.

La miró y le satisfizo que no le molestara en absoluto aquel gesto que en su mente podía llegar a ser ofensivo en cierto modo.

-Conozco un sitio donde hay frutas muy suculentas, aunque siempre podemos coger algunas de las palmeras o árboles que haya por aquí cerca-rió.

Avanzaron hasta un puesto de fruta donde una mujer robusta gritaba precios sobre la mercancía.

-¡Melones a 3 piezas de oro, señores!

Rió al escuchar el comentario sobre las fresas, ese que decía que las fresas no crecían en árboles.

-Claro que no crecen en los árboles, pero eso no significa que dejen de gustarme.

-¡Dejáos de cháchara y comprad algo!

El tono de la mujer echó atrás a Ooroboros, aunque éste miró a Neith y pensó que no podía dejarla sin comer.

-Querría fresas, aunque, no sé que es lo que te gusta-le dijo, con dulzura-. Elije lo que quieras. No pasa nada, tengo dinero de sobras.

Esto era cierto debido a los tesoros que había saqueado hacía unos días.

Le dedicó unaa sonrisa tierna y agarró un melocotón.

-¿Te apetece uno de éstos?

Todo menos el coco-pensó

-¡podríamos comprar cerezas! Aparte de este melocotón-le pegó un mordisco al aterciopalado fruto-. Me gustan los melocotontes, son tan suaves...

Miró a Neith dulcemente, tras pegarle el mordisco a la fruta.

-Creo que podemos coger cuanto queramos, así que sírvete. Yo con un buen puñado de fresas y unas cerezas ya estoy servido.

Se acercó a la señora y con voz tímida pidió medio kilo de fresas y 2 kilos de cerezas, aparte del melocotón. Ésta se giró y puso la compra en una bolsa de plástico.

-10 piezas de oro-dijo con voz ronca-espero que no sean demasiadas para unos niños como vosotros.

Ooroboros miró de nuevo a Neit, que aún seguía agarrada a él de la mano, y rió con disimulo. Luego pagó gustosamente la cantidad.

-Un mango. Creo que nunca he probado uno, ¿lo compartimos?

Le alegró que las cerezas fueran una buena elección, la verdad es que a él le gustaban

-Son 3 piezas más-inquirió la vieja-O sino...

-Tenga. Quédese con el cambio.

Le acababa de dar 5 monedas más, pero Ooroboros en ese momento no le importaba el dinero, raro en él, pues era un pesetero. Pero Neith le había nublado el juicio, ahora solo le importaba que ella estuviera feliz.

-Vamos a jugar con la arena. Pero primero comemos un poquito de fruta mientras vamos hacia un lugar cercano al mar.

Fijó la vista en el horizonte y atisbó que el mar estaba a un cuarto de hora andando.