Animales heridos. [Lleno]

Corría el aire por el puerto, así que tenia que cogerme bien el abrigo para que no se removiera demasiado y dejara ver mi larga cola.

Era por la mañana, y la brisa del puerto era fresca y relajante.
La gente andaba mirando los barcos pesqueros que llegaban, tratando de comprar las mejores ofertas antes de que llegaran al mercado y otro se la pudiera quitar de las manos. Pero no todos podían soportar el hedor del sitio, así que no se congregaba demasiada gente.

Con la rapidez de quien ya conoce el camino, me acerqué a una callejuela y giré a la derecha. A los pocos pasos, salí a la zona más antigua del embarcadero.
Allí la gente era algo tosca, por lo que pocos se aventuraban, pero yo tenia hambre y allí estaban los mejores.

Cuando ya vislumbraba mi próxima compra, algo llamó mi atención. Un maullido lastimero llegó a mis oídos. Me acerqué con cuidado y vi a un pobre gatito llorando, atrapado entre un tumulto de cajas, sin poder salir. Cuando me acerqué, el gatito sacó la para entre las cajas, como si me pidiera ayuda. Solté el cesto para el pescado y usé toda mi fuerza para mover alguna caja, pero fue inútil, pues apenas tenia fuerza y aquello pesaba muchísimo. En otra situación hubiera invocado a algún amigo para que me ayudase, pero con tanta gente allí en medio, no podía llamar la atención.

Estaba ya preocupándome cuando la voz de alguien llamó mi atención.

La ciuded repleta de seres, y nadie sabía nada.

La ignorancia se extiende como una plaga. Nadie se preocupa por ayudar, algunos hasta rehúsan ser ayudados... aunque sea solo para sacarles información.

Mis escáneres mostraban una multitud dispersa intercambiando trozos de animales muertos y plantas cercenadas... Que desagradable le resultaba todo aquello. Pero parecía que les encantaba comerse sus capturas... aún así no dejaba de ponerme nervioso tal comportamiento.

Pero había un animal vivo. Mis alarmas saltaron. "¿Cómo se atreven a comerciar con seres vivos?" pensé

Me dirigí hacia donde mostrában mis sensores. Aceleré mi paso abriéndome camino entre los mugrientos marineros.
Mis botas pisaron un cesto y destrozaron su contenido como si fuera mantequilla. Un olor rancio y desagradable subió hasta mis receptores.
Lo ignoré, y unos pasos más adelante, alguien delante del lugar donde estaba el animal.

¿Tan crueles eran aquellos tiempos en que no solo se comrciaba con seres, además sin siquiera darles una rapida muerte antes?

Pero no parecía un artículo en venta. Parecía que estaba atrapado.
Entonces... ¿qué hacía esa muchacha delante, con cara de hambre y mirando el escondite?

-¿Qué quieres del pobre animal?

Le solté, con desconfianza.

Me giré al escuchar su pregunta, alzando una ceja. A ver, ¿cuántas posibilidades hay cuando te encuentras a una chica intentando mover unas cajas que tienen un animal apresado? Ah, claro, no había considerado la opción de coger al gatito y convertirlo en una carpa de circo, fíjate tú.
No pude evitar la sorna en mi voz al contestarle.

- ¿A ti que te parece que hago? Obviamente, ¡intento liberar al pobre bicho que se ha quedado ahí atrapado!-

Normalmente, hubiera sido mucho más educada, pero el hecho de que el animal estuviese herido me estaba poniendo muy nerviosa. Quería sacarlo de allí cuanto antes. Decidí que en ese plan, no conseguiría mucho, así que respiré profundamente tres veces y le hablé nuevamente, ahora más tranquila.

-¿ Te importaría ayudarme, por favor? Intento sacarlo, pero estas cajas son muy pesadas para mi.- No solía pedir las cosas, pero realmente se me hacía imposible mover esas enormes cajas sola.

Quería salvar al gatito... Cada día me sorprendían más. Sabían ser generosos?...
Si tan generosa era, puede que me ayudara sin pedir nada a cambio... Mas alla de mover unas cajas.

Podría haber hecho desaparecer las cajas y probablemente decenas de tenderos, vendedores, muros y columnas que estuvieran en línea recta tras el gato... Pero decidí no llamar la atención.

Así que actué deprisa.

Puse un pié por el agujero en el que estaba el gato. Me agaché un poco, y flexionando las rodillas, disparé el pie que tenia bajo la caja hacia arriba. La caja salió despedida. La otra caja, apoyada en la primera, cayó con un golpe seco y pesado donde se escondía el gato.

Habría merto.

Pero ya lo tenía en mi mano izquierda, cojido por la piel del cuello. Ya no maullaba, tenia todo el pelo encrespado. Los sensores de mis dedos notaron un ritmo cardíaco demasiado elevado, una fractura en su pequeño fémur. No había perdido casi sangre, y no noté la presencia de bacterias alredor de la magulladura.

La caja que había disparado se rompió ruidosamente contra una embarcación pesquera amarrada.

Lo miré, analizando formas de curarlo. Todas pasaban por alteraciones genéticas y aplicacion de nanotecnología. Saqué un cable de mi nuca, y me dispuse a inyectárselo en su pequeña patita.

Me detuve a escasos milímetros de su piel.

-¿Sabes como curar fracturas en seres orgánicos? Le pregunté a la nerviosa chiquilla que me había pedido ayuda.

-Si lo curo yo, vivirá. Seguramente el triple que otro gato. Pero dejará de ser un simple gato.

Estiré el brazo con el que sostenía al asustado animal. Se lo ofrecí con firmeza, mirándole a los ojos.