Había salido del bar y me había dirigido hacia los suburbios sin pensar. Simplemente fui caminando y acabé allí. La cabeza aún me daba vueltas por culpa del exceso de cerveza que había tomado, teniendo además en cuenta que no había comido nada hacía días...
Realmente estaba hecho polvo. Seguramente tendría unas ojeras del quince, pero ni me importaba. Lo que necesitaba con ansia era tomarme una ducha, y no sabía cómo. El poco dinero que me quedaba lo había gastado en el bar.
Me senté en el suelo, apoyado en una pared. Cerré los ojos, intentando sentir la inexistente brisa que pudiera pasar por aquel lugar. Era inútil.
Volví a abrirlos, pues no era un lugar muy adecuado como para quedarme dormido.
Me intenté incorporar, pero me pesaba demasiado el alcohol, por lo que me quedé allí sentado. Qué imagen más triste de mí mismo.