Hay un diablo en mi (Cronico)

Entró en aquella iglesia como podía haber aparecido en cualquier otra, el caso era estar en terreno sagrado.

-Música un tanto ostentosa para ser una iglesia, prefiero el sonido del órgano-dijo mientras se acercaba a Neith.

Se acercó al banco en el que se encontraba sentada la "niñita"

-¿Puedo sentarme contigo?-preguntó con una sonrisa dibujada entre mejilla y mejilla.

Hay sitio de sobras, pero estos son asientos de primera fila y...-no supo inventarse una excusa mejor-bueno, la verdad es que me consumía la curiosidad de saber porqué estás aquí-añadió con gesto despreocupado.

El dulce rostro de la chica se tornó un tanto más acaramelado con aquella sonrisa.

Qué guapa es...-dijo para sus adentros.

Las mejillas se le enrojecieron. Buscó algo en el saco que llevaba atado a la cintura, pero no sacó nada, simplemente se conformó con palpar el objeto. Se sentó junto a ella y la miró de soslayo. Ella contestó la pregunta con mucha delicadeza.

-La verdad es que no sabía qué hacer tampoco-mintió con disimulo, aunque se le notaba que esto no era del todo cierto.

La verdad es que alguien me ha enviado a vigilarte; cree que estás en peligro-respondió una voz en su cabeza.

-¿No es raro que un lobo cante en un coro de iglesia?-preguntó con intención de desviar la conversación hacia otro destino-. Por cierto-añadió- me llamo Ooroboros, aunque puedes llamarme Ooro, ¿Cuál es tu nombre?

Volvió a sonreir como un idiota, no podía evitarlo.

Un perro que juega al pica-pared?

Se quedó duditativo de si eso acaso era posible, mirando al techo del edificio en el que se encontraba.

-Vaya, hacía mucho tiempo que no entraba en una tan ornamentada. Me gusta estar en terreno sagrado-comentó

Miró a la chiquilla que estaba sentada a su lado, volviendo a enrojecer un poco.

-Esto... soy un maleducado-dijo-me llamo Ooroboros.

No sabía si acercarse a darle dos besos o tenderle la mano. No hizo ninguna de las dos cosas, miró de nuevo al coro haciendo notar que ñe incómodaba un poco que ella le mirarara a la cara.

Neith-aquel nombre inundó los pensamientos del bioángel

El beso en la mejilla hizo que Ooroboros pensara en los días que precedieron a su captura, en los que su juventud aún estaba inmersa en juegos estúpidos para pasar el rato.

-Encantado-dijo por fin, sonriendo como un niño al que le acaban de dar un regalo por navidad-no sé si será de tu agrado pero...

Rebuscó en la bolsa de nuevo, aunque esta vez sí sacó algo de ella.

-Toma-le dio una piruleta a Neith-no es mucho, pero no tengo más. Si tienes hambre podríamos ir a algún sitio a buscarla.

Cerró el saco y lo apartó, dejándolo unos centímetros separado de ambos.

S-sí, estoy perfectamente -mintió, aunque la verdad es que mal no se encontraba, solo estaba un tanto incómodo debido a que no podía estar tranquilo con ella, pues parecía atontarse.

Intentó mantener el equilibrio al ver que ella le abrazaba. No había pensado que le gustara que le abrazaran. Era algo que no había experimentado mucho, pero iba acostumbrándose y aquel abrazo fue más significativo para él.

La chica le dio las gracias por la piruleta y volvió a abrazarle, aunque esta vez con más fuerza.

A lo mejor piensa que soy un peluche.-dijo una voz entre neuronas.

-De nada. La verdad es que creía que te gustaría y como lo tenía ahí desde hace un tiempo...-respondió, con una voz entrecortada por la vergüenza

Rodeó con los brazos a Neith, nunca antes lo había hecho, pero la imitó. No sabía que aquello fuera tan recomfortante, ahora entendía el porqué la gente daba tantos abrazos.

Es suave como un algodón-pensó

Estuvo así unos segundos, no demasiado, pues no quería ofender a la niñita, aunque para su gusto hubiera estado un rato más prolongado.

-Sé que estamos en la iglesia y aquí se está muy bien, pero... me gustaría salir a dar una vuelta

Quedó un momento pensando en si hacer una proposición y, finalmente, preguntó: ¿Vendrías conmigo? A lo mejor podemos ver como el Sol se esconde tras las montañas. Aunque luego deberíamos volver a la ciudad me temo.

Le pareció monísima la manera en que la pequeña preguntaba el porqué debian volver antes de que anocheciera.

-Pues...Debemos volver porque aparecen los animales de la noche. Son animales peligrosos y bueno, no creo que sea buena idea quedarse por ahí.

Miró a la chiquilla de nuevo.Le apeteció abrazarla, raptarla o quedársela para sí mismo. No había tenido esa sensación nunca, pero quería que se quedase a su lado.

-Vamos a fuera, sé de un sitio en que podemos ver las estrellas y no habrá nadie que nos moleste. No al menos animales peligrosos, está cerca del mar y podríamos ver las estrellas más tarde si te apetece.

Agarró la suave y delicada mano de Neith y salieron del emplazamiento. Ooroboros pensó que le gustaría estar así durante un día o dos, eternamente sería molesto, pero durante un período largo de tiempo no estaría mal, se sentía bien estando enlazado con ella y no quería desunirse.

-Vamos a volar hasta una de las islas de las aguas, concretamente la isla delfino, allí hay chiringuitos con helados muy dulces y playas extensas.

Miró de nuevo al "lazo" que le unía a la pequeña, se sonrojó.

-Y...y... -intentó decir. Miró hacia otro lado, avergonzado-. podríamos tomar el Sol o jugar con el agua, aunque para ello deberíamos comprar un bañador.

Volvió a sonrojarse, esta vez por el hecho de imaginar a Neith en bikini. No la imaginaba suciamente, pero el imaginarla de tal modo le esbozaba una sonrisa en la cara.

Sacó las alas de la espalda y abrazó a Neith.

-Vamos a tener un viaje un tanto movidito, pero no te preocupes, estoy acostumbrado a viajar de este modo.

Se elevó del suelo y se dirigió al destino que tenía planeado.