Gran Suite

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Después de llegar volando hasta la entrada el susodicho Motel Heart, entraron en la recepción y Aydana se encargó de convencer al anonadado recepcionista de que les preparasen lo mejor posible la mejor habitación del motel, sin importarle el precio, pues quedaba a cargo del bolsillo de Lycaon.

Entraron en la estancia, y el resultado dejó satisfecha a la joven demonio, para las expectativas que tenía. El lugar estaba mucho mejor conservado por dentro que lo que aparentaba su fachada, sucia y descuidada. La habitación tenía todos los detalles, con baño separado únicamente con paredes de cristal a excepción del retrete, con un enorme bañera de hidromasaje. La cama era inmensa, con unas sábanas de un blanco perfecto, y también redonda, con espejos a los lados y en el techo, muy bien pensado para satisfacer los diversos gustos sexuales de cada cliente que hubiese pasado por allí. (Imagen orientativa)

Observó el detalle de que había una pequeña fuente de chocolate caliente junto a la cama, con un cuenco de frutas cortadas y limpias, aparte de un buen champán para acompañar. Era un detalle típico, pero a Aydana le hizo sonreír. Luego miró a Lycaon:

-¿Le parece adecuada al señor la habitación que he escogido con todo el cuidado del mundo? -dijo, estirando los brazos y apoyando ambas manos en sus hombros.

Tenía miedo de que la habitación no fuera suficientemente adecuada para ella, porque no conocía en absoluto el motel ni las dependencias que podía tener. Sabía que era grande, pero no tenía muy buena pinta desde fuera. Aunque si todo el mundo hablaba de él sería porque algo bueno debía tener, ¿no?

Cuando subimos y abrimos la puerta de la habitación, se me cayó la boca al suelo.

-...Ahivá. -no pude decir nada más. Estaba totalmente anonadado de todo lo que aquella habitación tenía, pero fui bruscamente sacado de mi ensimismamiento cuando Aydana puso sus manos en mis hombros. Entonces la miré de nuevo, casi sin creer la situación. Estaba en un lugar como ese, con una mujer como ella.
Si se trataba de un sueño, valiente aquél que osara despertarme.

-Me parece totalmente adecuada. Digna de la señorita que tengo el placer de acompañar esta noche. -dije, simulando el mismo tono respetuoso que ella había empleado.

Entonces puse mis manos alrededor de su cintura y la abracé lentamente, acercándola hacia mí hasta que nuestras cinturas quedaron unidas.

-Creo que cualquier niña se dejaría desvirgar por un viejo de los que decía antes en una habitación como esta -dijo, soltanto una carcajada, intentando romper el hielo cuando él acercó su cintura contra la suya. Aunque fue de una forma suave y sutil, ella pudo percibir perfectamente la forma de su pelvis.

Fue a besarle en la boca, acercando la cabeza lentamente, pero antes de tocar sus labios, se desvió rápidamente, para besar con intensidad su cuello, el cual había notado antes que era un punto muy sensible para él. Rodeó su cola también a los dos, pero un poco más abajo de donde lo había hecho Lycaon, apretándose un poco más contra él.

-Digame, ¿qué desea ahora mismo? -dijo al terminar de juguetear con su cuello, volviendo al tono cortés de cuando entraron en la Suite.

¿Que qué deseaba? Pues a ella, donde fuera y como fuera, pero llegados a ese punto y después de ensañarse con mi cuello, a penas sabía mi nombre. Toda mi mente estaba llena de ella. Pero aún así, pude centrarme, respirar hondo para recuperarme del trance y sopesar las opciones.

Tras unos segundos mirando alrededor, finalmente dije.

-Hmm, no sé tú, pero yo estoy algo fatigado del día de hoy, y estoy seguro de que a tus alitas -dije mientras pasaba la punta del dedo por encima de una de ellas- les gustaría un baño caliente y relajante. Al fin y al cabo, no hay prisa, ¿no? -sonreí, antes de darle un pequeño mordisco en el labio inferior, jugueteando.

"Puff, creo que lo ha adivinado" Pensó cuando le mordió el labio, provocándola un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, hasta llegar a la punta de sus alas, las cuales sacudió en un breve espasmo. Luego las replegó de tal forma que no la molestasen y se fundieran con su espalda, de forma que le fuera más cómodo moverse por aquel espacio cerrado, aunque amplio.

-Tranquilo, tenemos muchas horas hasta el amanecer -dijo mientras le liberaba de su abrazo y se apartaba.
Se dio la vuelta, y dándole la espalda, fue caminando hasta la bañera, abrió el grifo del agua y mientras se llenaba fue retirando las escasas ropas negras de su cuerpo. Ahora sus alas eran lo único que contrastaban con su nívea piel.
Cuando la bañera estuvo lista, probó la temperatura del agua metiendo un dedo en el agua para después lamerlo mientras le miraba. A continuación se sumergió en el agua, dejando sus redondeados pechos a la mitad. Fijó Lycaon una intensa mirada ardiente como el fuego.

Mientras la diablesa llenaba la bañera y se deshacía de sus ropas con una facilidad mayor a la esperada, yo solo podía observar anonadado sus curvas perfectas y la sensualidad que desprendía en cada uno de sus movimientos. Con sencillez y una sinuosidad, la mujer quedó desnuda tras probar la temperatura del agua con un gesto que, o era yo (cosa altamente probable) o se había empeñado en hacerlo parecer más erótico de lo que realmente era.

Cuando se sumergió en la gran bañera, me miró con unos ojos que me invitaban completamente a entrar, a unirme a su relajación. Y así hice.

Me quité con un gesto los dos botones que unían el G-Suit a la cintura, y después hice lo mismo con los del pecho, con lo cual el traje se deslizó hasta caer al suelo.

Mi cuerpo presentaba algunas cicatrices por las numerosas operaciones sufridas en la implantación de las nanomáquinas del traje, pero no eran especialmente visibles si no te fijabas demasiado en ellas, y el tatuaje que presentaba la zona izquierda del pecho hacía que, si te centrabas en algo de la piel, desde luego fuera en eso.

Caminé hasta la ducha dejando el traje, las botas y los guantes por el camino, y me introduje en ella por la parte de abajo. Cuando hube entrado, fui subiendo poco a poco hasta situarme sobre la súcubo, que no dejaba de mirarme con esos ojos que se llevaban mi alma por momentos.

-Un baño caliente siempre entra bien~ -dije sin dejar de mirarla fijamente, y luego me mordí el labio inferior, de la misma manera que hice con ella cuando dio el respingo con las alas, anunciándole que me había dado cuenta de lo mucho que le gustaba.

Cuando Lycaon se quitó el traje mientras ella le observaba, no pareció pasar vergüenza en absoluto:

-Ahora ese traje me gusta mucho más. -comentó, divertida.

Luego pudo observar su cuerpo mientras se acercaba: delgado, pero sus músculos se podían apreciar perfectamente a cada movimiento. Y un tatuaje de un extraño símbolo, que le sorprendió, pues no le pareció a primera vista de los que se tatúan el cuerpo, con esa aniñada cara que tenía. Pero su mirada tenía la fuerza alguien mucho mayor, más experta.
Se deslizó sobre ella y al morderla el labio, cerró los ojos, disrutendo el momento, agitando el agua que les cubría. Luego ella le besó, entrelazando sus lenguas, y ella se decidió también a morderle el labio inferior, mientras movía sus manos en torno a su nuca, su espalda, su pecho.

Abrió las piernas para que el joven se pudiese acomodar sobre ella, y cuando se situó, pudo vr su tatuaje más de cerca, acariciando su silueta con las yemas de los dedos.

Volvió a suceder: ella cerró los ojos con esa expresión que tanto me gustaba ver, y entonces fue su turno.
Cuando ella me besó, sentí el alivio que se siente cuando finalmente pasa algo que esperabas con enorme ansia que pasara. Entrelazamos las lenguas, jugando el uno con la del otro, y paró para morder esta vez mi labio.
Esperaba que no lo hiciera, porque a mí me pasaba exactamente igual que ella, me encantaba que me mordieran ahí, y no pude evitar cerrar los ojos y soltar un pequeño suspiro cuando lo hizo.

-(Estupendo) -pensé- (ahora ya no puedo usarlo contra ella, me lo devolverá siempre)

Pero en el fondo, me había encantado.

Entonces se fijó en mi tatuaje, y lo bordeó con sus dedos, delineando la forma del círculo exterior. Estoy seguro de que también podía notar mi pulso agitado, que formaba grandes corrientes de sangre bajo la piel que ella acariciaba.

-¿Te gusta? -pregunté, fijándome en la curiosidad que ya había demostrado al mirarlo cuando me dirigía a la bañera- Me lo hice el primer día de mi vida como biohumano.

Mientras hablaba, le iba dando besos por la comisura de los labios, la mejilla, y fui bajando lentamente hasta alcanzar su cuello, el cual besé y luego mordí suavemente, con mucho cuidado.

Fue muy divertido ver cómo ella conseguí surtir exactamente el mismo efecto sobre él.
Cuando se dio cuenta de la curiosidad que sentía su tatuaje del pecho y lo contó, al menos, una pequeña parte de su historia, respondió:

-Es...curioso -dijo, mientras Lycaon le desaba suavemente por la superficie de su piel-. ¿Te lo hiciste como una especie de ritual para dar la bienvenida a tu nuevo yo como biohumano, o qué?

Aydana se sentía completamente en paz,en aquel momento, en calma, con la luz tenue y sin apenas ruidos. Aunque también el corazón le latía intensamente, y su respiración se comenzaba a acelerar, sobretodo cuando notó sus labios sobre su cuello, seguido de un pequeño mordisco. La cabeza le dio vueltas, gimió, y con una mano apretó su cabeza contra ella y con la otra mano que acariciaba su pecho, muy lentamente, fue haciendo lo mismo mientras descencía, pasando por su ombligo hasta llegar a su sexo, estimulándolo.

"Supongo que al final a todo el mundo nos suelen gustar las mismas cosas" Pensó.

¡Guau! No pensé que el mordisco le iba a afectar tanto, la verdad.
Cuando me apretó contra ella, me di cuenta de que quería más, y así lo hice.
Fui a morderle de nuevo el cuello, ya que adoré el gemido que salió de ella y necesitaba oír más, pero antes de poder hacerlo, noté su mano en mi miembro, y me cortó la respiración (y casi diría que hasta el pulso) en seco.

Intenté ahogar el gemido que se abría paso por mis cuerdas vocales hacia el exterior, pero llegué tarde, pues me pilló muy desprevenido, y salió libremente.

-Eso es atacar a traición -dije entre jadeos.

Estaba claro que la respuesta a su pregunta podría esperar, y entonces volví a morder su cuello, esta vez con bastante más fuerza, mientras con una mano le arañaba poco a poco la espalda.

Atendió gustosa a su nueva reacción. Sus muestras de placer fueron música para sus oídos.
Cuando habló, retiró la mano delicadamente, posándola en su muslo, para después atrapar su labio inferior entre los suyos...pero Lycaon no le dejó:
Su boca volvía a encontrarse una vez más en su delicado cuello.
Además de esa deliciosa sensación que le hacía olvidarse de todo, en su espalda notó una pequeña sensación de dolor que contrastaba de manera perfecta. No pudo contener una exclamación de sorpresa, que seguidamente dejó escapar su aliento con un sonido a medio camino entre un gemido y un ronroneo.

"Muy bien, puedo esperar a su respuesta para más tarde, o si no, ya le volveré a preguntar en otro momento" Pensó cuando intentó normalizar vagamente su respiración y su pulso.

Luego ella esperó a que se detuviese y se dejase hacer lo que Aydana intentaba hacer antes de que se precipitase hacia su cuello: con delicadeza, sostuvo su tierno labio inferior entre los suyos, sin llegar a morderlo, y tiró suavemente.

-Creía que eras tú el que había empezado -dijo, mirándole con una sonrisa traviesa mientras rodeaba su cuerpo con sus piernas, de forma que pudo sentir una excitante presión entre ambas.

Me estaba volviendo loco. Buscara donde buscara, en toda la inmensidad de pensamientos que podía abastecer mi mente, solo la encontraba a ella, por todas partes.
Sus ojos me hechizaban de un modo antinatural, y su piel, sus curvas, su voz, sus movimientos... Me sentí completamente suyo.

Y me encantó.

Cuando me cogió con suavidad el labio inferior, no pude evitar cerrar los ojos y soltar un pequeño suspiro, que seguro que le llegó a su piel como una leve brisa cálida.

-¿Perdona? Solo había sido un mordisquito cariñoso, lo tuyo ha sido un golpe directo. -solté una risita juguetona, y entonces seguí besando tranquilamente su cuello, bajando beso a beso hasta encontrarme con uno de sus singulares pechos, el cual tomé y lamí con dulzura, para succionar después mientras masajeaba el otro con la mano libre.

-¡Bueno! Perdóname entonces por no saber diferenciar entre lo que es sutil y lo q...
Comenzó a decir Aydana, pero entonces él comenzó a tocar y lamer sus pechos, y no pudo terminar su frase. Al pillarla por sorpresa y con los pezones duros por culpa del baño, sus pechos se encontraban más sensibles y unos pequeños gemidos de placer se le escaparon desde el extremo inferior de su médula espinal, a la vez que arqueaba la espalda, inconscientemente.

Mientras Lycaon estaba distraído con su nuevo entretenimiento, ella agachó la cabeza para alcanzar con su boca una de sus orejas, haciendo un pequeño esfuerzo entre placenteras sensaciones. Pasó su lengua por todo su contorno, parándose para morder el pequeño lóbulo, con las manos apartadas para intentar pillarle otra vez por sorpresa.

Su frase fue interrumpida por una serie de pequeños gemidos que la hacían parecer mucho más frágil de lo que era hacía unos minutos, y cuando se rompió su voz a mitad de palabra, solo pude sonreír ante la idea de que le estuviera provocando tal placer.
Pero a la vez, cada vez me sentía más absorbido por su cuerpo, que anulaba mi mente y me impedía separarme ni un centímetro de él, haciéndome desear más y más.

Entonces me lamió la oreja y no pude esperármelo, porque no podía verla centrado en lo que estaba haciendo. Me cogió tan por sorpresa que no pude evitar dar un respingo que se transformó en un mordisco hacia el pezón con el que jugueteaba entre mis labios en aquél preciso instante, pero pude controlarlo suficientemente para que solo surgiera un pequeño pellizco juguetón con mis dientes.
De no haberme controlado, podría haberle hecho daño, y no estoy seguro de que se lo fuera a tomar bien, pero de esta manera era mucho mejor.

Ella seguía con mi oreja y yo decidí volver a tomar el control sobre ella, a ver cuánto tardaba en darse cuenta de que estaba siendo dominada.
Deslicé la mano que no estaba utilizando dibujando una línea sinuosa sobre su abdomen hasta llegar a su entrepierna, donde paré lo justo para separar mi mano y rodear el contorno de su vagina con un ligero roce casi imperceptible.

Justo después de morderle la oreja, ella sintió lo mismo en el pezón en el que estaba centrado, y tuvo que apretar los dientes para no hacer un ruido exagerado, pues eso excitó mucho más.
Al momento siguiente pudo sentir como él tocaba su entrepierna, tan suavemente que era mucho mejor que si hubiese sido de la forma opuesta, porque así, disfrutó cada milímetro que recorrían sus dedos sobre su sexo.

"¡Un momento, respira y piensa, te estás dejando hacer demasiado! Disfruta un poco con su placentero sufrimiento, ¿no?" Dijo de repente una vocecilla en su cabeza. Aunque débil, Aydana se dio cuenta de la situación en la que se encontraba: recostada sobre la bañera con Lycaon sobre ella, con el agua desparramada por el suelo debido al agitado movimiento que había sufrido.

Alcanzó con una mano el interruptor de la luz más cercano y apagó la luz, dejándolos en una ocuridad completa. Sus sentidos se agudizaron, pudiendo sentir otro tipo de cosas mucho más, como el aliento de Lycaon, el olor de su piel...

Con facilidad, ya que la bañera escurría mucho, se apartó hacia al lado opuesto a él, dejando sus manos fuera de su alcance, y dijo con una inocente y falsa voz:
-¡Pero Lycaon! Mi querido acompañante: ¿no se supone que mi baño iba a ser relajante por premio a este largo día?

Muy, pero que MUY bien jugado eso del interruptor. Yo ni siquiera lo había visto al entrar en la bañera (supongo que ya había sido atrapado por su belleza).
De pronto todo se quedó a oscuras, y caí en la cuenta de que ni siquiera un rayo de Luna se filtraba entre las persianas, tajantemente cerradas ante una ventana que no aportaba un ápice de luz a la estancia.
La puerta de la entrada tampoco hacía gran cosa, ya que al tratarse de la habitación buena del motel, no era como el resto de puertas que dejan entrar luz por el contorno. Esta estaba herméticamente cerrada y tampoco daba nada de luz.
En resumen: me tenía totalmente pillado, ya que en cuanto a sentidos, yo era exactamente igual a cualquier humano corriente, tuviera el traje o no.

Aún así cerré los ojos y respiré profundamente. No me iba a poner a palpar alrededor desesperadamente en busca de su posición, así que me concentré en agudizar mis sentidos tanto como pude.
Su olor estaba por todas partes, y el rumor del agua tampoco era un gran indicador, porque las ondas rebotaban entre las paredes de la bañera, y no me daban una pista clara, así que me di la vuelta y me dejé llevar por la tranquilidad de esa oscuridad que me abrazaba y me invitaba a rendirme a ella, y así me tumbé boca arriba en el lugar donde antes estaba la diablesa.

-Si es verdad que lo que quieres solo es relajarte, te invito completamente a hacerlo. Jamás me atrevería a molestar la tranquilidad de mi estimada compañera -dije, imitando el tono amable y respetuoso con el que me habló ella en la penumbra.

"Traidor" pensó Aydana, arrugando el entrecejo en la oscuridad cuando se dio cuenta de él se relajaba incluso más. Pero su ágil imaginación no la falló, enseguida empezó a pensar en otro plan.

Con el mucho cuidado de no hacer ningún ruido, contuvo la respiración, se puso en pie y salió de la bañera, la rodeó por fuera y se colocó justo detrás de la cabeza de Lycaon. Cuando pulsó la luz sin previo aviso (pues el interruptor estaba justo al lado) se encontró con su cara a apenas un centrímetro de la suya,, y antes de que él pudiese reaccionar, le besó del revés y alargó un brazo hasta alcanzar su miembro para comprobar su estado.

Cuán fallé en aquella jugada. Creía que me había vuelto a adelantar a ella, que ella querría verme buscar desesperadamente dónde se encontraba para divertirse, pero me volvió a ganar.
Oí el agua moverse y creí que se tumbaría sobre mí. En gran parte lo deseaba, pero entonces no ocurrió nada. El agua dejó de moverse y yo me extrañé, porque no oía nada más.
Cuando de pronto se encendió la luz, abrí de nuevo los ojos para encontrarme con su mirada, aunque del revés, clavada de nuevo en la mía, y a penas tuve tiempo de entender lo que acababa de pasar cuando me besó, dejándome sin fuerza en menos de un segundo.

-(Vaya, me has pillado) -pensé, divertido. Pobre iluso.

De pronto noté cómo su mano alcanzaba mi miembro y esta vez no disponía del comodín de morderle el cuello para evitarlo, y al estar boca abajo su labio inferior me caía en una posición algo más inaccesible. Me tenía controlado por completo, y solo pude agarrarme a los bordes de la bañera y soltar un gemido que se ahogó en mi garganta, pues mis labios estaban ocupados por la dulcísima boca de la súcubo.

Cuando terminó con aquel curioso beso, alzó un poco su cabeza, mirándole con una sonrisa torcida en la boca. Lo que no hizo fue quitar su mano de donde estaba, y continuó masajeándole, para disfrutar una vez más desde su posición. Con la otra mano le tocó la barbilla mientras le miraba a los ojos, para luego mirar hacia donde se encontraba la cama:

-Creo..que yo ya me he relajado lo suficiente. -dijo, en un tono suave, como si en ningún momento hubiese hecho nada malo con él.

No podía ni pensar. Su mano era suave y lisa, y la movía de manera fluida y ligera. Me tenía inmovilizado solo con un beso y una mano, y aún cuando dejó de besarme y me miró, sosteniéndome la barbilla, yo no podía hacer nada para zafarme de ella, y mantenía los ojos cerrados, concentrado en no soltar unos gemidos que se arremolinaban entre mis cuerdas vocales.

Cuando ella dijo eso, yo también eché un rápido vistazo a donde se dirigían sus ojos: la cama.

Estuve a punto de decir "Hazme tuyo", pero contuve mis ganas y me limité a tomar su cara y besarla fugazmente de nuevo, para luego incorporarme y, previo permiso de unos segundos para recuperar la cordura, salir de la bañera semivacía.

-Francamente... -noté que mi voz se quebraba y la cara me ardía. Debía tenerla roja.- ...francamente relajante, sí. -mentí.

Cuando Lycaon se levantó y salió de la bañera, su cara se puso roja como un tomate, y a ella eso le hizo mucha gracia. Intentó amortiguar su risa con beso rápido en sus labios.

Atravesó las paredes de cristal para salir de la zona del baño y se acercó a la mesita donde se encontraba la fuente de chocolate y el champán. Cogió un trozo de fresa, con los dedos con los dedos índice y pulgar, y la sumergió en el chocolate, para luego comérselo a pequeños mordiscos. Sus dedos se mancharon del líquido oscuro, por lo que se los lamió con cuidado para limpiárselos.

Se dio la vuelta para ver por donde se encontraba él. Las gotas de agua se deslizaban a la carrera por su piel desnuda, recorriendo su cuerpo hasta alcanzar el suelo, dejando un pequeño charco a sus pies. Se le puso la piel de gallina, y sus pechos se endurecieron debido al contraste de temperaturas entre el ambiente y ella.

Jamás había visto una manera más sensual de comerse una fresa, y el chocolate ayudaba a hacer el asunto bastante más... "adulto", en esas circunstancias.
Ella me miró y paró momentáneamente de comer mientras lo hacía, así que sonreí y me pasé la mano ligeramente por el pecho, por encima del tatuaje, para dejar unas líneas de agua que se deslizaron a toda velocidad por cada centímetro de mi cuerpo hasta llegar al suelo.
Entonces me pasé una toalla por el pelo y me la lié a la cintura mientras caminaba hacia la cama. La diablesa parecía muy tranquila con las fresas, así que en un momento me senté en la cama detrás suyo y posé mis manos sobre sus hombros, donde comencé sin previo aviso a masajear cuidadosamente su cuello y su espalda.

-Apuesto a que no te dan masajes a menudo -le dije al oído.

Otra cosa no sería, pero siempre se me dio bien hacer masajes, y me encantaba hacerlos, pero esta vez lo hice mucho más tranquilamente, con suavidad y delicadeza, alternando besos en su cuello y su piel mientras trabajaba con mis manos.

Observó cómo se adecentaba y se cubría con una toalla mientras se acercaba a ella. En el camino ella se quedó mirando su tatuaje, que parecía tocárselo inconscientemente. Cuando se sentó detrás de ella, notó su cálido aliento en su oído, que le provocó un escalofrío.

En silencio dejó que el chico hiciese su trabajo y cerró los ojos, mientras sus manos, grandes y fuertes, masajeaban con decisión su cuello y espalda. De repente empezó a sentir también sus labios que besaban su piel alternativamente y ella controló su respiración, cogiendo aire profundamente. Las piernas le empezaban a fallar y la cola pendía de ella como un peso muerto.

-...No, y menos como éste. -consiguió decir, sonriendo para sí misma, contestando a lo último que había dicho.

En un instante, los músculos de sus hombros, su espalda, y paulatinamente todo su cuerpo se fueron relajando como pretendía con aquél masaje.
Por lo general, me encantaba que a la persona a la que le estaba dando un masaje se relajara y destensara, pero con ella me estaba empleando a fondo, y realmente agradecía que le gustara. Una gran parte de mí solo quería complacerla.

-Así que... te gusta el chocolate, ¿eh? -dije al echar un rápido vistazo a la fuente de chocolate.
Sin dejar de masajearla y besar su piel, alternando algún que otro mordisco juguetón por el cuello y los hombros, alcancé con un dedo la fuente y dejé que el chocolate cayera hasta la punta de él, y luego lo acerqué hacia la boca de la diablesa, tocando muy levemente sus labios con una gota del chocolate.

Ni siquiera le pareció necesario contestar a su pregunta.

Cuando sintió la primera gota de aquel dulce chocolate sobre sus labios, pasó su lengua para retirarla inconscientemente. Luego acercó su boca un poco para poder limpiar el resto del dedo y lo lamió sensualmente, cerrando los ojos, disfrutando de su forma.

Cuando le pareció oportuno se volvió hacia él y se subió de rodillas en el borde de la cama, con las manos sobre sus hombros, sentándose encima suyo. Acercó su cara a la de él y le besó, primero suavemente, para terminar entrelazando su lengua con la suya apasionadamente. Le pellizcó con los dientes la punta de la lengua, se separó, acercó su boca a su oído y le preguntó entre susurros:

-¿Y a ti qué te gusta?