El Dragón cornamenta "Grupo 3"

*Aquí estará el grupo 3 compuesto por Naco, Lycaon y Dylan *

Un hombre misterioso daba la información muy escueta; informaba de unos acontecimientos sucedidos en los territorios del presente en las montañas del Norte.

-En las montañas del Norte se ha avistado un dragón con una gran cornamenta, se buscan intrépidos y valerosos aventureros que se atrevan ha averiguar que es lo que sucede realmente.

*En aquel momento paso un grupo de personas todas vestidas de negro que portaban varios ataudes y una pequeña camilla con un hombre moribundo con diversos agujeros de mas en el cuerpo, aquellos que miraron en otra parte del cuerpo que no estuviera tan desfigurada pudieron apreciar que se trataba de un Yan debido a los rasgos de dragón que tenia balbuceaba palabras que no se lograban entender debido al dolor y la falta de coherencia de sus palabras.
El hombre trago saliva y prosiguió con su mensaje*

-Como podéis comprobar el asunto es grave, este es el ultimo grupo de aventureros que se atrevió a marchar, llamo a aquellos valientes aventureros que se atrevan a ir, las dificultades son numerosas y el peligro aun mayor, como habeis visto pocos sobreviven, y aquellos que lo hacen no están en un estado mental ni físico de los que se espere una recuperación.

Unas personas se acercaron entre la que estáis vosotros a cada uno le dio un pequeño sobre con una carta; en el interior de esta se encontraba la situación del lugar donde se encuentra el informador, el cual terminaría de acordar el pago y explicaría los detalles de la misión y los datos que se conocen sobre la ubicación de este dragón.

Vuestro grupo compuesto por diez personas marchasteis hacia vuestro destino que se encontraba a varios días de distancia, siguiendo el pequeño plano que había en la carta os adentrasteis el bosque por un sendero que se hallaba oculto entre la maleza, hubo diversas dificultades, ya que estaba descuidado en algunos trozos era difícil proseguir con la espesa maleza el camino se apreciaba mas bien por los cortes que se veían en ella.

Os hayáis ahora en una pequeña posada que esta situada en un claro, ciertamente era la ubicación que se indicaba en el plano, pero desgraciadamente por el camino algunos de los miembros se perdieron y otros fallecieron por ataques de diversos animales del bosque. Ahora tan solo quedáis tres de los diez que empezasteis esta expedición.

*Off ahora tenéis un poco de roleo libre*

Siete muertos en el camino, sin duda eso fue un récord... solo quedamos tres personas de diez, y yo empezaba a tener hambre, pero no era plan de comerme a mis compañeros.

-Bueno señores, creo que ya hemos llegado. -Dije muy serio mientras miraba aquella pequeña posada que se hallaba justo delante de mi.

Miré el paisaje, era todo muy bonito, me recordaba a un cuadro que pintó un amigo de mi padre cuando yo era joven... buenos tiempos sin duda.
Di unos pasos hacia delante, poniéndome delante de mis compañeros, miré al cielo y cerré los ojos.

-Tengo hambre...-Murmuré.

-Esperadme, ahora mismo vengo.

Y sin dar tiempo a responder me colé entre los árboles que nos rodeaban, caminé poco a poco hasta que mi silueta se perdió entre la espesa vegetación que nos rodeaba.

Casi al instante me tope con un ciervo, estaría como a unos 4 metros de distancia. -Comida gratis.-Pensé. Señalé a aquel animal con la palma de mi mano abierta, y la cerré estrangulando al animal con mi telequinesis, aquel ciervo se terminó desmayando, y yo me acerqué y empecé a beber de su sangre. Lo dejé moribundo y me fui de ese sitio. Al rato de caminar llegué al lugar donde estaban mis compañeros.

-Vale, ya estoy preparado, continuemos. -Dije usando mi empatía para inspirar algo de confianza a mis compañeros.

Vale, perfecto. No nos habíamos topado aún con el dragón y ya nos habían abandonado siete compañeros. SIETE.
Era bastante surrealista, la verdad.

Me eché a reír. -Tiene narices, que nos quedemos tres personas de todos los que éramos... -respiré hondo.- Bueno, eso nos deja con más mérito cuando terminemos con esa bestia llena de escamas. -dediqué una gran sonrisa.

Eché un vistazo a los dos que habían sobrevivido a los -estúpidos- ataques de animales y otras cosas. Uno iba con traje, totalmente arreglado, tenía el pelo oscuro y la piel pálida. El traje no le iba a durar mucho, la verdad. El otro iba con una extraña vestimenta oscura, y el pelo castaño.
No me había fijado mucho antes al haber tanta gente, pero ahora al ser solo nosotros tres ya era hora de empezar a conocer a mis compañeros.

El trajeado se disculpó un momento y desapareció. El otro chico y yo intercambiamos miradas, y al cabo de poco rato volvió el don perfecto.

Enfrente nuestro se hallaba la posada que marcaba en nuestro plano.

-Bueno, pues... ¡allá vamos!

Me encaminé derecha hacia allí, pero me di la vuelta para añadir:

-Por cierto, soy Charna. Será mejor que nos llevemos bien, teniendo en cuenta lo que nos espera. ¡Encantada! -dije con una gran sonrisa, un tanto pícara.


Off: Dylan, una cosilla... es muy "molón" eso de que tu ficha se mueva en tu firma pero... teniendo en cuenta que está ahí para ser de utilidad, es bastante molesto que se mueva, y que cuando suba tarde un poco en volver a aparecer xDDDDD

Aquél viaje empezaba a mostrarse, si más no, complicado.
No solo habíamos perdido a más de la mitad del equipo en el camino, sino que las dos personas que me acompañaban no parecían tomarse la misión y el riesgo que corríamos demasiado en serio.

Al llegar a la posada, supe que era el punto donde la travesía se pondría seria -y era bastante desalentador pensar que para entonces ya solo quedábamos tres...-, y que a la mañana siguiente empezaría de verdad el peligro.

Pero el cansancio, tanto físico como mental, y el hambre primaban en aquél momento, y mentiría si dijera que no me moría de ganas por arrojar el equipaje dentro de la habitación que me tocara en la posada y darle un merecido descanso a mi cuerpo.

-Ya, bueno, supongo que al menos podrían haber tenido la avidez de hacer unas pruebas de aptitud y formar un grupo con los más preparados, a fin de evitar que pase algo como esto. -dije sin demasiado interés en respuesta a las palabras de la mujer.

Entonces aquel joven trajeado -¿para qué narices venía de traje al monte a cazar dragones?- se disculpó y se separó del grupo para volver al cabo de un rato con una media sonrisa y unas palabras amables.

-Intenta no separarte demasiado del grupo. -le advertí- Está claro que nosotros tres no seremos vencidos con facilidad por una criatura de bosque cualquiera, pero recuerda de todos modos cuántos quedamos. Si yo fuera el dragón, estaría meses riéndome del grupo de diez personas que vino a por mí y consiguió ser aniquilado antes de llegar a verme siquiera.

Entonces la mujer se adelantó para presentarse, y vi propicio hacerlo de igual manera:

-Mi nombre es Lycaon Whiteshard, caballero biohumano. Un placer. -dije mientras ofrecía el esbozo de una inclinación de cortesía a mis dos compañeros.

"Dos"... Lo mirara por donde lo mirara, aquello no pintaba bien.

Aquel chico de ropas negras me dijo que no me separara del grupo ya que solo quedábamos tres, y demás cosas. Humanos... siempre advirtiendo de los peligros.

La chica que nos acompañaba empezó a andar, pero casi al instante se giró y se presento con una sonrisa, el chico respondió y también se presentó, ahora solo quedaba yo.

-Encantado de conoceros, yo me llamo Dylan Dagobert. Un placer. -Dije mirándolos y haciendo una inclinación de cortesía como lo hizo Lycaon.

Empecé a caminar hasta la puerta de aquella posada, abría la puerta y la aguanté.

-Las señoritas primero. -Dije mirando a Charna con una pequeña sonrisa, eso si, esta vez sin usar mi empatía.

¡Bueno! Pues ya nos habíamos presentado. Aunque caí en la cuenta de que el único que había hablado sobre su raza era Lycaon. Se me había olvidado por completo decirlo, aunque no creía que hiciera falta, pues mis cuernos y mi larga cola me delataban por completo.
Dylan, en cambio, era un misterio. La verdad, con tantas razas que había entre el pasado, el presente y el futuro se me escapaba un poco de las manos eso de adivinar qué era cada uno, a no ser que fuera obvio.

Este abrió la puerta de la posada, permitiéndome el paso. Le sonreí y entré en el lugar.

Eché un vistazo rápido para situarme un poco. Era bastante decente, teniendo en cuenta que me esperaba una birria de sitio. Nos hallábamos en la sala común, donde un gran sofá y un par de sillones ocupaban la mayor parte de la sala, al lado de una pequeña mesa. Al otro lado de la sala, había como una especie de mostrador -algo cutre- que supuse era la recepción, pero no había nadie.

Me senté en el gran sofá, observando a mis compañeros de viaje.

-(Charna y Dylan...) -pensé- (Sinceramente espero que no se tomen esto como un juego. No me gustaría tener que pasar por encima de nadie para conseguir llevar a cabo la misión.)

Trabajarían en equipo quisieran o no, porque no nos enfrentábamos a un demonio inferior, sino a un verdadero Dragón adulto.
Según lo describían tanto los que afirmaban haberlo visto como el informe de la misión que nos dieron, no era como para tomárselo a broma.

Pasé detrás de Charna y sopesé el lugar en un rápido vistazo:
No estaba nada mal, y era mucho mejor que lo que cabía esperar de una posada situada en mitad de un campo sin nombre, la verdad. Se debía tratar de un sitio de paso frecuente de turistas y viajeros, eso desde luego, porque aún con el peligro que acechaba aquellas tierras, la sala común se llenaba de música y gente como si del día más normal del mundo se tratara.

Charna se dejó caer sin pensárselo sobre uno de los sillones tapizados en piel rojiza de aspecto atractivamente confortable y Dylan debía estar a punto de hacer lo mismo, pero aunque yo también deseaba conceder a mis piernas un respiro, me acerqué hacia donde estaba Charna solo para dejar la pequeña bolsa en la que llevaba un par de raciones de supervivencia y algunos útiles, y me dirigí hacia el mostrador.

Toqué la pequeña campana dorada que había allí, y rápidamente vino a mi encuentro una mujer de aspecto amable y reposado que se encontraba hablando con un par de hombres que se tomaban unas jarras de cerveza en una mesa unos metros más allá. Cruzó la barra por un lateral y se situó delante mío para dedicarme un cordial saludo.

-Buenas tardes, señora... -antes de que me pudiera decir nada, observé la pequeña insignia brillante que colgaba de su pecho: "Lara F. Odair"- señora Odair.
Venimos en busca de cobijo, somos uno de los grupos enviados a dar caza al dragón de las colinas. -casi me morí de la vergüenza cuando la vi echar un ojo por encima de mi hombro, como buscando al "grupo" de diez aventureros.

-Sí... Lamentablemente, han habido algunas bajas. Pero debemos tener una reserva con el nombre "Grupo 3". Aquí tiene la identificación.

Le di a la mujer una pequeña tarjeta dorada con el número 3 que venía en el sobre, junto al plano. Parecía un pase de reserva.

La mujer la miró un par de segundos y me dijo amablemente que esperara unos minutos en la sala común, que enseguida nos daría las llaves de las habitaciones.

Así pues, di media vuelta y volví a los sillones, donde finalmente me dejé caer de espaldas sobre el enorme sofá rojo, ocupándolo casi por completo, mientras dejaba salir un profundo suspiro de cansancio y dolor físico. Estaba realmente agotado.

Entramos en aquel sitio, no era muy bonito pero no me podía quejar, cosas peores he visto.

Charna se sentó en el sofá, cosa que era normal, tanto esfuerzo era duro, y mientras tanto Lycaon se fue a hablar con la recepcionista, momento que aprobeche para desatarme la correa con la espada que tenía atada a mi cinturón, apoyarla en la pared y sentarme en uno de los dos sillones que estaban al lado del sofá en el que estaba sentada Charna. Me quedé callado mirando al suelo y con las manos cogidas.
Al final vino el chico y se tiró al sofá, suspiró dado al cansancio y un silencio invadió al grupo durante un rato.

-¿De donde venís? -Dije aún mirando el suelo.

Después de hablar con la recepcionista, Lycaon decidió sentarse a mi lado, cansado. Dylan se había sentado también, pero ocupó uno de los dos sillones que estaban junto al sofá.

Hubo un rato de -incómodo- silencio, y este último decidió romper el hielo, preguntando sobre nuestro origen.

-Bueno, pues... -empecé yo- Yo vengo de aquí y allá, de muchos sitios, del pasado, el presente y el futuro... Realmente no vivo en ningún sitio en particular, me gusta ir explorando nuevos lugares y deambular por todos sitios. En cuanto a mi nacionalidad... vengo de las afueras del "presente", cerca de las Islas del Este. -hice una pequeña pausa.- He decidido participar en esto porque me he cansado de mi aburrida vida monótona, y no hay manera de encontrar nada entretenido últimamente. -Miré a ambos.- ¿Y vosotros, de dónde venís? ¿Cómo es que os habéis aventurado en esta misión?

Pasó un rato hasta que mi mente se autoconvenciera de que no debía quedarme dormido, y para cuando abrí los ojos de nuevo, con Charna a un lado y Dylan en el sillón contiguo, éstos estaban hablando de las procedencias de cada uno.
La pelirroja dio al principio una vaga... ¿descripción? No, ni siquiera había llegado a decir de dónde era con aquella frase que se me antojó algo extensa para mis ganas en aquél momento de procesar información ambigua, pero luego dijo realmente de dónde era, y el motivo de su participación en la misión.

Pasados unos segundos desde su última pregunta, auguré que me tocaba a mí hablar, y entonces intenté centrarme de una vez, ya que necesitábamos convivir como grupo para poder superar aquella prueba, y la comunicación era realmente necesaria.

-Yo provengo de las tierras de presente, pero mi vida como biohumano se inició en el futuro, así que me considero de ese tiempo más que del que me toca por nacimiento. -dije con unas ganas escasas de extenderme en mi historia.

Me he propuesto cumplir esta misión -hice una pausa, y pensé "¿Para qué engañarme?"- para probarme a mí mismo.
Quiero saber si soy capaz de coordinarme con un grupo y necesito poner a prueba mis capacidades de combate.

Acto seguido giré la cabeza levemente hasta encarar al joven trajeado, indicándole sin demasiado ánimo que mi turno de respuesta había terminado y que le pasaba la pelota.

Mis dos compañeros respondieron, y cuando Lycaon terminó y me miró, supuse que me tocaba a mi.

-Bien... pues yo vengo de las lejanas tierras del pasado, soy un vampiro nacido en una familia de la nobleza y... bueno, no tengo nada más que decir sobre esto. -Dicho esto suspiré y continué hablando.

-Yo he decidido aceptar esta misión como reto personal, para que nos vamos a engañar, no soy muy bueno con la lucha cuerpo a cuerpo pero si soy bueno con las artes mentales.

Y cuando terminé de hablar miré al techo y volví a suspirar.

-Que cansado estoy. -Murmuré.

Los dos chicos explicaron sus procedencias y sus razones del porqué estaban allí. Uno venía del presente, aunque se consideraba más del futuro, y había entrado en la misión con tal de probarse a sí mismo. El otro provenía del pasado, y había decidido meterse en aquella aventura como un reto personal.

También, por fin, descubrí sus razas: Lycaon era biohumano y Dylan era vampiro.
Omití decir lo que era yo porque creía que era bastante obvio.

Ambos se veían bastante cansados, y la verdad es que yo me sentía también un poco agotada. Al fin y al cabo habíamos caminado mucho por un terreno montañoso, sufriendo ataques de bestias que habitaban el bosque y demás.

Decidí que ya era hora de irse a dormir, o al menos para mí. Ya estaba oscureciendo, pues nos habíamos pasado fuera todo el día. Aunque no estaba acostumbrada a irme a acostar tan pronto, pues la noche me gustaba y la disfrutaba todo lo que podía.

Allí, sin embargo, no sabía qué podría hacer. Salir de la posada no sería buena idea, y la verdad me daba bastante pereza iniciar conversación alguna con cualquiera de los presentes desconocidos allí, aunque cada vez había menos gente.

Y en cuanto a mis dos compañeros, se irían también pronto, imaginé.

La verdad, no sabía realmente qué hacer. Así pues, decidí finalmente tomarme alguna copa y seguidamente ir a dormir.

Me levanté lentamente del sofá, estirándome al levantarme, mientras decía:

-Bueno chicos, encantada de conoceros. Este ha sido un día algo cansado, aunque no más de los que nos esperan. -miré a los dos.- Creo que sería hora ya de ir a descansar más decentemente. -sonreí.- Yo me iré a tomar una copa antes, necesito hacer algo minimamente "productivo" antes de irme a la cama.

Me dirigí hacia una pequeña mesa donde seguidamente me atenderían, y esperé.

Era evidente que los tres estábamos en disposición de terminar el día, y así quedó claro cuando Charna dijo que se iría a dormir tras tomarse una copa.

Yo sopesé la idea de ir al tejado de la posada durante un rato a mirar las estrellas. El edificio no era realmente alto, y el acceso al tejado era sencillo, pero tal y como lo pensé, todos los músculos del cuerpo dieron un respingo, como si me estuvieran diciendo a mí mismo "¡¿Estás loco?!".
Y tenían razón, porque aunque el sueño aún era soportable y el engarrotamiento de los músculos ya había disminuido considerablemente, los alrededores podían estar habitados por bestias de cualquier tipo, porque según había oído hablar a algunos de los extraños que conversaban en aquél lugar, los animales habían empezado a comportarse de manera muy extraña desde la aparición del dragón.
Así pues, miré a Charna mientras se iba hacia la barra y vi a Lara, la posadera, hacerme gestos con la mano para que me acercara a por los pases personales de la posada. Entonces me levanté y fui hacia la barra, un par de pasos por detrás de Charna.

Al llegar hasta allí, Lara me preguntó nuestros nombres.
-Somos Dylan, Charna y Lycaon. -dije solemnemente.
Entonces abrió una pequeña caja que traía con ella y me dio tres tarjetas plateadas en las que se podía leer "Posada Valhalla - Pase de aventurero" y el nombre de cada uno de nosotros tres. Por detrás tenían una banda magnética, así que supuse que eran las llaves de nuestras habitaciones.
Vi en la caja otras 7 tarjetas y no pude evitar sentir algo de pena por los compañeros que no habían conseguido llegar hasta donde nosotros nos encontrábamos.

Charna se encontraba a mi lado, así que alargué la mano hasta tocar su hombro con su tarjeta para llamarle la atención, y se la entregué cuando se giró.

Le di las gracias a la señora Odair, la cuál volvió a cerrar la caja y la guardó en un cajón -Dios sabe qué hará con ella...- y di media vuelta para encontrarme de nuevo con Dylan, el vampiro, y le ofrecí la tarjeta sosteniéndola entre el dedo índice y el medio.

-Aquí tienes la llave de identificación, Dylan. -le dije.