Vistas al mar [libre]

-¡El mar, el mar!- grité, entusiasmada. Esos días, quería permitirme el lujo de comportarme como la niña que nunca había podido ser. Me deleité con la suave brisa marina, oliendo aquél extraño perfume y degustando su sabor salado en mi boca.

Al fin había convencido a Dellios para que me llevara hasta el puerto, cosa que era todo un logro, si tenia en cuenta que por allí no había ningún bar cerca. Ni mujeres a las que acosar. Me sentí aliviada por ello.

-¡Corre, venga, aprisa!- insistí, gesticulando exageradamente para llamar su atención. No había manera. Suspiré, algo hastiada, pero en seguida el olor del mar me distrajo de lo que estaba haciendo, logrando que me perdiera en su arrullador canto y su embriagador olor. Me senté cerca de la orilla, donde algunos barcos se hallaban anclados, otros soltaban amarras y otros, simplemente, tenían sobre ellos a pasajeros y pescadores que conversaban animadamente sobre las embarcaciones.

Era una vida apacible. Pero también una vida aburrida.

-¿Vas a venir o no?- insistí, desde mi privilegiada posición.

Nada. Ni bares, ni mujeres...ni alcohol...Dejé escapar un grito de agonia. ¿Cómo me había dejado convencer para meterme en este agujero de agua salada?
Miré en derror, por doquier...Nada, agua, tierra y...¡conchas! Las conchas no se comen.
Entonces reaccioné al grito de mi dama. Poderosa, intimidando al mar con su contorneada figura tallada entre el sol y la espuma.

Y torció la cabeza. Empezaba a gustarme aquel lugar, al menos las vistas eran, inmegorables. Respiré el aire salado que se dispersaba por todos lados, al contorsionarse las olas contra las afiladas piedras. Realmente hacía años que no jozaba de tanta sobriedad, el hecho de respirar aire, sin necesidad de meter la nariz dentro de una y otra jarra, era una sensación encantadora.

Pero con una buena cerveza, todo estaría mejor, para que negarlo. Reí ante mi ingenuidad.

-Ya voy-grazné sonriente, con las manos metidas en los bolsillos llenos de arena- Aunque si pretendes bañarte, yo te ayudo, eh?

Me quedé mirando al oso que tenía por compañero de fatigas, prácticamente torciendo el cuello hacia atrás, sin ganas de levantarme de donde me encontraba sentada.

-¿Y cómo piensas ayudarme? ¿Lanzándome al agua de un empujón?- me burlé, riendo con ganas. Por fin me había librado de la pesada armadura, del molesto corpiño, de los estrechos zapatos opresores. Me acerqué al agua, dejando que mis pies se hundieran en el agua salada, notando, de tanto en tanto, los peces que se arremolinaban alrededor de mis dedos. Era una sensación sumamente agradable.

-Temo que volverás a casa solo, Dellios- grité, por encima del rumor de las olas y el viento. Me encantaba sentir el viento en mi cara, y aprovechando que ya no tenía mi incómoda melena rubia para que me importunara, cerré los ojos, disfrutando del momento.

A casa. Bonita manera de referirse a bares y burdeles. Hacía quince años que no encontraba reposo ninguno, siempre vagas emociones, estigmas de recuerdos que tubieron vida en un pasado...Espejimos viles de una vida echa pedazos...

Pero en ese lugar, alejado de todas aquellas luces parpadeantes, sin el vicio de la noche corroyendome el alma jiron a jiron...Me sentía, bien.

Abrí los ojos ante el paisaje que se desnudaba ante mi, como una dama cualquiera a la que hubiese pagado, pero resplandeciente, brillante, inocente.

A casa...Volver a casa. Quizás era hora de buscar una casa dónde pasar las noches, resguardado de las calurosas camareras y los gritos. No los dejaría, por supuesto. Eran grandes amigos, pero había estado rehuyendo la soledad hacía mucho, y ella también merece una noche conmigo. Soy un gran orador, solo necesito una oportunidad, eh?

La luz del sol, cálida, cándida como una hermosa mujer. Quizás sea hora de encontrarme con ella.

Katehrine no advirtió nada hasta que pasé desnudo a su lado, gritando gozoso como un niño al que le han dado un dia de libertad, para él solo. El rompe olas me cruzó la cara cuando entré en ella, rabiosa por el largo tiempo de espera. Escupí entre risas mientras besaba y acariciaba su superfície.

-Perdoname-susurré entre besos cándidos- ¿Me dejarás volver a intentarlo, amor?

Las aguas se calmaron. Sólo fueron unos segundos, aunque noté como los pezes pellizcaban mis piernas peludas a modo de riña.

-¡EH!-vocifeé, sonriente- No dejes que me hundan! Los peces me odian, tienes que venir a rescatarme, princesa!

Miré la escena, que me propició una serie de carcajadas que no creía capaz de articular. Me pasaba muy pocas veces, pero cuando lo lograba, reía hasta el punto de sentirme completamente en paz conmigo misma. Y Dellios era uno de los pocos seres capaces de conseguir recrear esas confortantes sensaciones en su persona.

Podía reír con otros, podía pasar un rato entretenido con algunos. Pero sentirme de esa manera... Pocas personas, por no decir menos de cinco, podían lograr tamaña hazaña.

-Por si lo olvidabas, Dellios- se acercó a la orilla, gateando, intentando mantener el equilibrio, con una mueca alegre, con las pecas arremolinadas en los pómulos, remarcando la sonrisa -No sé nadar

-¿No sabes nadar, princesita?-repetí con mi mejor sonrisa, bañado el rostro por el agua, luciendo juvenil como hacía años que no se veía igual- Quizás pueda ayudarte...-estiré el brazo, pero kath fue más rapida y se apartó de mi trayectoria. Entonces sonreí más y la salpiqué con disimulo- Entonces cuidado, no vayas a mojarte.

La sensación no podría haberse definido como un orgasmo, pero era más tranquila e igual de placentera. El agua fria en contacto con mi piel ardiente proporcionaba escalofrios a mi espina dorsal, la cual aullaba satisfecha. Y la luz, abrasadora cúal amante insatisfecha, me quemaba. Mi risa, sin embargo, era complaciente.
Hasta los peces se sincronizaron conmigo, nadando entre mis piernas y no para morderlas.

-Creo que sobreviviré sin ti igualmente- le comenté a mi acompañante, mientras observaba como esta me miraba asqueada por la traición pasada por agua- Y dime princesa, ¿has venido al mar, al reino de reyes y no vas a pegarte un chapuzón, pequeñito?-argumenté, estrechando la distancia que podría haber existido entre mi incide y pulgar derechos. Empequeñeciendo los ojos pero ensanchando la sonrisa dentada.

Suspiré, tímidamente.

-Sabes demasiados puntos débiles míos, mi buen señor- a la par que acompañaba mis palabras con una ligera ahogadilla, hundiendo la cabeza de Dellios con suavidad en el calmado mar.

A la tercera, me cansé , y, de paso, permití que el pobre respirara. Me levanté y me situé de espaldas a él, agotada por el esfuerzo. Eramos dos personas complejas y a la par, sencillas. Ambos habíamos sufrido pérdidas irremediables. Él, su esposa. Yo, a mi familia. Él, por accidente. Yo, por asesinato.

Aunque las distintas situaciones no cambiaban nada. Seguíamos siendo dos personas que estábamos solas.

-Me daré un baño si me consigues un bañador bonito- indiqué, con una sonrisa

-¿Bañadores?-miré estupefacto el mar donde estaba, y luego oteé mas arriba del horizonte- ¿De dónde diantres pretendes que me saque un bañador?-afirmé entre carcajadas, con ironia pasmosa- ¿Te piensas que tengo tiendas en los sobacos?

Miré a la mujer, que seguia en sus trece y suspiré. Cómo había echado de menos las peleas por cosas estúpidas. Y por eso era un caballero exelente, siempre he tenido soluciones para las situaciones mas extrovertidas.

-Hombre, tiendas no llevo-alzé un poco mas la voz, pues una ola casi me ahoga- Ni bañadores tampoco, pero tengo varios conjuntos en el interior del abrigo. Son interiores-matizé con una sonrisita- Pero al menos no serán tuyos y podrás canviarte luego-ante la cara esceptica de mi pecosa amiga, matizé algo molesto por la duda- ¡Por supuesto que están lavabas!

Mi larga y rubia melena se arremolinaba con el viento, que acariciaba mi rostro suavemente. La arena se colaba por entre los dedos de mis pies, a mi derecha se desplegaba toda una playa. Había llegado hasta allí conducida por el buen tiempo, hacía mucho que no me acercaba al mar. Estaba en el filo del rompeolas, cerré los ojos y inspiré aire dejandome llevar. Escuchaba el sonido de las olar romper contra la dura y fria piedra, las aves sobrevolar el mar azul, me sentía bien sola, allí arriba, ajena a todo.

De repente escuché voces de alguien, abrí los ojos, allí abajo en la playa había dos personas, que acababan de destorbar mi plazido descanso. Con una mano enretiré mi cabellera para poder ver mejor a los perturbadores de la paz.

Arqueé una ceja, sorprendida por la afirmación de mi compañero.

-Llevas...Ropa interior de mujer encima...- aseveré, no pregunté. Rebusqué en su abrigo y efectivamente, encontré lo demandado. Aprovechando el gran tamaño del abrigo de Dellios, intenté cambiarme sin que nadie pudiera apreciar mi desnudez. Al emerger de mi tapadera, noté de nuevo el abrasador azote de la vergüenza.

-¿Con qué clase de llanuras te relacionas, Dellios?- me cubrí con los brazos, odiando seriamente haber seguido su ocurrencia. Además, mi cuerpo lleno de pecas en hombros y brazos lucía perfectamente ante la abrasadora luz solar. Y eso no me gustaba en absoluto.

"Estúpidas pecas"-pensé-"Estúpido Dellios, estúpida playa, estúpido mar, estúpida de mi..."

Tomé una gran bocanada de aire y me lancé sin pensarlo ni un instante más al agua, para, al emerger, notar mi cabello enmarañado en el rostro. Me aparté los mechones, y luego mi mirada se fijó en la única persona que no estaba en un barco. Una mujer rubia.

Intenté focalizar más mi mirada. Porque esa hermosa cabellera rubia, que tanto me recordaba a la mía antes de destrozarla con tintes y cortes, me resultaba extrañamente conocida.

No podía creerlo, lo había hecho. Eso me hizo sonreir de pura satisfación, a demás, las ropas no le iban nada mal. Incluso torcí la cabeza para asegurarme des de otro angulo. Era increíble lo que podía llegar a ocultar una cota de malla y una armadura.

Cuando saltó, el agua se agitó temblorosa ante la profanación y los peces nos miraron mal, yo les sonreí burlon y por ello me llevé más de un pellizco. Animalejos rencorosos...

-¿Qué tal, princesa?-con la piel remojada lucía incluso aún más tersa. Sonreí mientras movía brazos y piernas para llegar hasta ella, pero está no pareció escucharme. Levanté la barba y divisé algo, un bulto que brillaba- Ostias-mascullé, con la mandibula ligeramente caida- Si le tiramos una concha, fijo que cae y sabremos que es.

-¿Estas ciego de ron ya?- bromeé, intentando mantenerme a flote a duras penas. No chapoteaba como un animal, pero las piernas comenzaban a gastar energías-Es...Una...Chica...rubia...cegato...-jadeé, agotando mis fuerzas finalmente.

Sentí un respingo antes de hundirme en el agua fría del mar.Algo viscoso me había agarrado el pié.

"Si eres un pulpo"-pensé, mientras, agotadas mis fuerzas, me dejaba arrastrar hacia el fondo, sin luchar siquiera por emerger. Estaba demasiado cansada-"Espero que te resulte indigesta"

-¿Una chica rubia? Parece más una perla...-interrumpí mi rethalia al ver como katherine se hundía de bunas primeras. Oteé en el agua antes de submergirme, algo oscuro arrastraba de ella- ¡Mierda!-mascullé. No llevaba nada, ni un misero cuchillo. Alzé la mirada hacía arriba y aullé, quien quiera que fuese que estaba arriba sabría que algo estaba pasando, y al menos pediría auxilio- Espero que no lo necesitemos.

El bicho avanzaba rápido, solo podía seguirle la pista a través de los destellos de la reluciente ropa de katherine, pero pronto le perdería de vista. Busqué a mi alrededor, desesperado. En el rompe olas, las piedras eran afiladas. Tuve una idea. Impulsado por la corriente, choqué contra el muro, frenando con la manos tanto como pude, aunque eso no me libro de los cortes. Cuando la corriente retrocedió, me agarré con fuerza en las grietas naturales del muro para no retroceder con ellas. Y como sospechaba, el agua había debilitado la piedra. Arranqué un trozo e impulsandome contra el muro, aproveché una ráfaga.

El impulso no fue suficiente, pero me dejó lo bastante cerca como para poder alcanzarlo con la fuerza de mis piernas. Empezé a marearme, la desgastada vida que había hecho llevar a mis pulmones me estaba pasando factura en aquel momento. Jodido momento para empezar.

Me asusté. Katherine estaba inerte, vapuleada como un trozo de hierba por la marea, ni siquiera respondió a mi contacto cuando la arranqué del lecho del animal.
Mientras buceaba como un condenado, me alegré que el bicho saliese huyendo con la piedra clavaba. Si hubiese tenido mas aire...

Salí a flote, el aire me mareó. Incluso me pareció que seguia en el agua. Inspiré como un condenado, me dolía hasta el respirar. La corriente nos había arrastrado lejos, pero lejos del rompe olas. Pude otear la costa. Miré a katherine, no se movia.

-¡Mierda, joder!

Me dolían las piernas, los brazos...Me los miré mientras nadaba, el jodido pulpo me había dado un bonito abrazo, caguen...

Noté la tierra bajo mis pies, pero estaba perdiendo la vista, mala cosa.

-Perdóname princesa-susurré, dicho esto la lanze lo mas lejos que pude.

Desee que llegase a tierra. Jodido pulpo, pensé. Y luego todo se volvió negro...

*Miré a aquella curiosa pareja bajo los rayos de sol, me pareció conocer a la muchacha pero el sol me quemaba y hacía que no pudiera ver su contorno bien definido. Vi como se adentraban en el mar entre risas, y de repente algo sucedió, desde arriba pude avistar como el agua se oscurecía, algún ser marino?
Figé mi vista en ellos, sí estaba casi segura, aquella chica era Kat, andaba discutiendo mentalmente si era o no, cuando vi que desaparecía como si el mar se la quisiera tragar. En otras circunstancias no habría movido un dedo, pero me pareció que necesitaban ayuda, así que sin pensarmelo dos veces, me desenfundé de mi estrecha camisa negra y de la larga falda, quedandome en ropa iterior y salté, el aire me golpeó la cara al caér, mi cuerpo impactó con la fria agua
"mierda está congelada, otro día se tira su madre" pensé, pero estos pensamientos duraron unos fugazes momentos, luché cotra las olas que querian aprisionarme contra las punzantes rocas, y sumergiendome, luchando con todas ms fuerzas, intenté bucear hasta donde se encotraban ellos, salí a flote aspirando una gran bocanada de aire, intenté encontrar el paradero de la pareja mientras luchaba por mantenerme a flote, todas mis fuerzas se desvanecían, me sumergí de nuevo a tiempo para poder ver como aquel hombre rescataba a Kat de las garras de aquel ser marino, por un momento creí que me desmayaría "pues vaya una ayuda si aquello pasaba" vi como los dos salían a flote, y sacando fuerzas de cualquiér parte, agotada por la lucha contra el oleaje, intenté salir a duras penas. Por fin alcanzé pié, jadeante paré un instante i pude ver como el hombre intentaba llevar a Kat a la orilla y perdía el conocimiento en el intento.

Apresuradamente fuí hacia allí me faltaba el aire, agarrré a Kat de un brazo y la arrastré hasta la orilla, me quedé de rodillas a su lado tosiendo por haber bebido demasiada agua salada, entonces recordé al hombre, y a rastras volví a adentrarme en el agua undiendome y sacandolo a flote del fondo, "por suerte la marea no se lo había llevado muy lejos, intenté sacarlo a flote, la vista se me nublaba, el agua inundaba mis pulmones, le estiré del brazo, y no se como llegamos a la orilla, me quedé sentada, con la respiración entrecortada, mirando a los cuerpos estirados, inconscientes. Me acerqué a Kat y luego a aquél hombre acercando mi cara a las suyas para comprovar su estado.
Me sentía realmente cansada.

Noté varias veces como unas manos me arrastraban. Primero, unas de hombre, luego otras mucho mas finas. El agua se introducía en mis pulmones, inexorablemente.

Y, de repente, una bocanada de aire me golpeó en la cara, obligándome a abrir los ojos de forma abrupta. Me incorporé, sin saber exactamente qué estaba haciendo, y escupí durante un buen rato. ¿Quién o quiénes me habían salvado? Miré, con un poco de escozor en los ojos, a mi lado. Y allí se encontraba la hermosa féerica, Merry, respirando entrecortadamente. ¿Había sido ella?

Con mis labios, deletreé un quedo pero sentido gracias, mientras mis manos buscaban a Dellios, para gritarle que, por su culpa, casi me había ahogado. Entonces fue cuando lo vi, inconsciente, a mi lado.

-¿D-d-Dellios?- mi voz salió rasposa, y me ardió la garganta al hacerlo. Pero la desesperación hizo presa de mis movimientos y prácticamente me movía de forma automática-¡Dellios! ¡Soy tu superior! ¡Te ordeno que...!- golpeé su cuerpo varias veces, intentando sacarle de su estupor. Palicedí -No me hagas esto, maldito capullo! ¡Azhian me va a matar como te quedes aquí tieso! ¡Zell me va a comer con patatas fritas si no regresas!- comencé a llorar, desesperada. Gateé hasta donde se encontraba Merry, completamente ausente, y me incliné ante ella, suplicante.

-Intuyo que nos has salvado tu, Merry, ¡pero necesito de tu ayuda una vez más!- el llanto apenas me dejaba ver la cara de la féerica, y agaché mi cabeza hasta que mi nariz rozó la arena de la playa y mis lágrimas la humedecían -Ayúdame a salvarlo...Por favor....Te lo suplico...

"-Ven aquí, ¡dichoso animal!-jadeé mientras agarraba al escurridizo pulpo entre mis manos y lo chafaba con ansia, mientras el bicho se contorsionaba entre quejidos y burbujas- ¡Muere! Nunca intentes arrebartme nada, ¡nunca!... Te odio, ¿ME OYES? ¡Te odio por habermela arrebatado! Solo quería vivir conmigo, y me la quitaste...¡Me has jodido la vida! La hiciste llorar, le rompiste el corazón...a ella, mi dulce amor...-el pulpo me miró entre espasmos de dolor- Te odio...-jadeé entre lágrimas, mientras estas caían en mi bárba y la ensuciaban...- Te odio..."

Abrí los ojos, annegados en lágrimas mientras una tos insufrible me agitaba el pecho violentamente. Rodé hacía un lado, agarrándome la piel, escupiendo toda la agua que pude, e incluso algo de sangre...Con la boca aún abierta, aspiraba una y otra vez todo el aire que conseguia aprisonar, agarrando la arena bajo mi mano, constriñendola hasta clavarla en mis heridas. El escozor me devolvió algo de cordura, cosa que me permitió otear más allá de mis emblanquecinas pupilas, divisando figuras a mi lado. A pesar de eso no pude mantenerme más levantado, y el propio peso de mi cuerpo me tumbó, mientras obligaba a mis enrojecidos ojos a cerrarse en un vano intento por mantenerlos dentro de mis órbitas.

-Jodido pulpo...-jadeé, saboreando la propia sangre retenida en labios y bárba.

Jadeante con la respiración entrecortada estaba absorta, no me di cuenta de nada hasta que percibía Kat delante mío, desperté de mi embobamiento meneando un poco la cabeza para reaccionar mejor, la vi que lloraba, con la voz entrecortada le dige- está b...ien no llores- le dije refiriendome a su compañero, tosí, un escalofrío recorrió mi piel, estaba congelada, mi larga cabellera estaba mojada y llena de arena, la tiré hacia atrás, y me acerqué más a Kat abrazandola por detrás- en breve despertará- mientras susurraba aquello, escuchamos como el hombre jadeaba algo- otro día no os metáis en el agua, quién me manda meterme en problemas ajenos- susurre divertida para mí.

Miré estupefacta como mi compañero se incorporaba y escupía sangre. Arropada en los brazos de Merry, dejé de llorar y le devolví el agarre, agradecida. Notando su fría piel y su temblor, me desprendí del dulce abrazo y me dirigí a buscar la chaqueta de Dellios, tendiéndola sobre los hombros de Merry, para que entrara en calor.

-No tenías porqué ayudarnos y aún así...Muchas gracias, no sabré cómo...- mi voz se cortó por una incontrolable risa que me sacudió el cuerpo -Dellios, tienes un aspecto patético...- lo pateé suavemente demasiado confusa como para patearlo con más fuerza, recogí cuatro ramas y aproveché mi habilidad con el fuego para crear un pequeño fuego para que entraramos todos en calor.

-Sé que no es el mejor momento pero...- le lancé a Dellios su ropa mugrienta -Vístete, tenemos compañía femenina refinada- sonreí a Merry, acercándole un poco de comida que había sacado de los bolsillos inescrutables del abrigo de Dellios.

Agradecí que me pusiera la chaqueta sobre los ombros, y reí cuando la elfa le dijo divertida a el hombre corpulento que se vistiera que tenían compañia refinada, me miré ya que yo iba en paños menores, le eché un vistazo al hombre con una media sonrisa, iba como dios le trajo al mundo, desvié mi mirada, me reí.
- gracias le dige a Kat, te reconocí des de allí arriba, no me pareció justo que disfrutarais del agua vosotros solos- bromeé, la verdad es que si no la hubiera reconocido no me habría lanzado al agua, recordando esto, desvié la vista hacia el acantilado de donde había saltado- vaya ahora tendré que subir a buscar mis pertenencias hasta allí, espero que no se...- recordé algo, mi mano se fué impulsivamente hacia mi cuello, me puse nerviosa, pero me tranquilicé al tocar el colgante, segía en su sitio. Me acerqué a la hoguera acercando las manos para entrar en calor.

Me quedé unos instantes mirando embobada el colgante del cuello de Merry. Y a Merry en general. ¿Cómo podía alguien ser tan hermoso? Suspiré y me miré, algo deprimida. Me levanté, posando mi mano en el hombro de Merry, con una tímida sonrisa.

-Quedate cerca del fuego, Merry, yo iré a buscar tus cosas. Están allí arriba, ¿verdad?- señalé el acantilado, mientras me despedía de ella. Luego me dirigí al lado de Dellios y le pegué un suave tirón en la barba, a la par que le daba un suave beso en la mejila.

-Y vístete de una puñetera vez, desvergonzado- añadí, mientras, con cierta dificultad, me encaminaba en busca de lo que había mencionado antes -Merry, ¿me contarás la historia que acompaña a tu colgante? Estoy segura que es muy interesante- sin esperar su respuesta, seguí caminando.

Cuando volví a abrir los ojos, la luz no fue tan cegadora, vamos, ni siquiera había mucha luz a la que echarle la culpa de mi dolor de corneas. Ladeé la cabeza con esfuerzo, pues la unica luz que podría haberme fastidiado algo era, por lo que me pareció, la de una fogata. Pero no me apeteció abrirlos, que coñazo.

Mientras sentía como respiraba, y me daba el gusto por ello, empezé a enviar señales a mi cuerpo. Las manos se movieron rápido, apiñando la tierra mojada entre mis dedos entumecidos, aún así, era entretenido saber que no me lo había arrancado el pulpo. Cuando me disponia a empezar con los pies, lo oí. Al momento me incorporé, como pude, asustado.

-Te oigo respirar, seas quien seas-advertí con el corazón en un puño. Cojonudo, medio ciego y moribundo y seré la cena de algun bichejo, pues no lo va a tener fácil- Puedo contigo, bicho-arremetí verbalmente, con un puño alzado mientras el otro me aguantaba en la arena que me hundia. Genial.

* Kat se ofreció amablemente a ir a buscar mis pertenencias, iba a objetar cuando se levantó y fue hacia su gran compañero divertida le estiró de la barba, este permanecía estirado, todavia moribundo, intenté no desviar la mirada del fuego. Kat se apresuró hacia el acantilado... la história de mi colgante, aquél viejo diente de dragón, en el fondo solo me traía malos recuerdos pero no po´día desprenderme de él. Me hubiera gustado levantarme, apresurarme al mar y arrojarlo para que desapareciera entre la oleada, aquella idea desapareció de mi cabeza, nunca me apartería de él. Escuche al hombre decir algo...

Me figé más en él, su barba... sus fracciónes, el torso al descubierto...empezaba a despertar. " Suspiré profundamente todavia con el frio enlos huesos y pegué un brinco preguntando: qué? cuando el extraño hombre dijo: "Te oigo respirar, seas quien seas" priemro pensé que me hablava a mi pues no habia nadie más por allí, y al instante comenzé a reir al caer en la cuenta de que debía de estar en alguna especie de sueño pues yo podia ser muchas cosas pero..un bicho, levantó un puño, me empecé a reir divertida, intentando desviar la mirada.
- he tu hombretón despierta, regresa a la realidad- de rodillas con la chaqueta cubriendome los ombros, no sabía si esperar respuesta de él, "quizás haya bebido demasiada agua y se le haya subido a la cabeza" pensé divertida arqueando una ceja y mirandole de reojo.

Al rato de pelearme con el aire, paré.

-Que raro-mascullé más para mi, que para su supuesto bicho que me quería comer. Pues vaya con el bichejo, encima se lo va a tomar con calma, pensé asqueado. Entonces oí una risa, muy dulce y despreocupada- Joño, los bichos no rien...-comenté en voz más alta, entonces parpadeé un par de veces y abri los ojos- ¡joder!-grité.

Una mujer, o eso me pareció al principio. Utilizé mi mano libre para sacarme la poca aigua que aun no había llorado y la ví mejor. Sí, una mujer...Y que mujer, pensé para mi, sonriendo entrecortadamente, pues las heridas de los labios escocian más con sal. Me dispuse a levantarme, pues no sentia tan mal als piernas, cuando se me pasó le genialidad de mirar hacía abajo...no me quedó otra que cerrar las piernas, o al menos ladearme. Sonreí algo cohibido, y entonces reconocí entre la blancura de la mujer, una prenda negra.

-¿Eso es mi chaqueta?-aventuré con una entrecortada sonrisa, sinténdome enrojecer las mejillas entre la punzante barba- No es que me importe la desnudez-acalaré burlón- pero me sentiría más comodo, aunque si tu también la necesitas, la podemos compartir, eh?

Viendo y oyendo a mi "querido" amigo, corrí hacia ellos, cargando con las ropas de Merry. Llegué y le pateé en la cabeza, mientras me interponía entre ambos.

-¡Perro malo!- le reproché, divertida -Te he dicho que te vistieras, ahí tienes tu ropa. ¿O te tengo que vestir yo, bebé grandote?- me burlé, guiñándole un ojo a la féerica. Cogí la ropa de mi amigo y agarré una de las piezas inferiores, acercándome juguetona a él, con tan de distraerlos a ambos con una escena cómica que les hiciera olvidar el mal trago.

-Ven aquí, grandullón...- canturreé, zarandeando los calzones ante los ojos de Dellios -Ven a que mami te vista...Ven aquí, bonito...Te prometo que no he metido un cangrejo dentro...~

*"los bichos no rien" escuché, vaya pues sí, el bicho era yo, y entonces gritó, me guré hacia él desconcertada, una media sonrisa se dibujó en mi cara cuando el hombre al darse cuenta de mi presencia se percataba de su desnudez, y intentaba tapar sus partes masculinas.*
-la chaqueta?- pregunté , le miré "no creo que aquí dentro haya sitio para un hombre tan grande" pensé divertida. en ese momento apareció Kat con mis ropas, se lo agradecí con una amplia sonrisa. Parecía que ya estaba de buen humor, recuperada. Me levanté lentamente, dejando que la chaqueta se deslizara por mis ombros y cayera, y cogiendo mis ropas, contemplado aquel curioso duo cómico, pero antes de vestirme me acerqué al hombretón divertida, y le di su chaqueta:
- toma creo que esto es tuyo grandullon,- señale acercando mi cara a la suya con una media sonrisa, dejé que la chaqueta cayera encima de él de tal forma que le tapara, y me incorporé divertida mientras Katherin zarandeaba sus calzones, dejé escapar una risotada - gracias Katherin, hubiera subido yo a buscarlo- empezé a vestirme lentamente.