Vistas al mar [libre]

-De nada, bonita- contesté a Merry, tirándole a Dellios los calzones a la cara. Me dejé caer, con pesadez. Prescindí de vestirme, estaba cómoda con aquellas ropas que Dellios habría hurtado de alguna mujerzuela a las que solía frecuentar cuando se hallaba lo suficientemente ebrio como para no recordar con quién estaba yaciendo.

Me tumbé panza arriba y me quedé observando el colgante que llevaba en el pecho. Acto seguido, me coloqué el collar con el cascabel y tomé aire, mientras seguía jugueteando con el portarretratos con la imagen de mi hermano mayor y mi padre. Mi mueca se dulcificó, y apreté tanto el cascabel como el portarretratos contra mi cuerpo, abrazándolos con ternura, ajena a mis dos compañeros.

-Dellios, haz los honores y presentate a nuestra preciosa compañera. Pero, por los dioses, vístete primero, por favor- pedí, por última vez. Luego me giré hacia Merry.

-Creo que alguien me debe un relato sobre cierto colgante

-Graciosilla-mascullé sonriente, sacándome la chaqueta de encima. Ya era una evidencía, no había mas luz que la de aquella dichosa fogata que antes me estuvo a punto de dejar ciego, ahora sin embargo la veía con otros ojos. Los de, agradezco el calorcito porque tengo los pies como polos. Pensado esto, me acerqué más hacía el fuego, aunque sin sentarme encima, pero apuesto que mi trasero lo hubiese agradecido. Al menos, los segundos antes de salir arrdiendo para arrastrarse por el suelo, la arena era cochina, fria y desagradecida.

Ante mi lucido razonamiento, me percaté de que podía vestirme, y lo hize. Dios, que gusto sentí cuando me calzé los pantalones, incluso creo que las chicas me miraron mal cuando gemí de gozo. Ante mi desliz, me reí a carcajada limpia.

-Una vez que se ha pasado el susto, no se me salen las corneas y puedo sentirme los pelos de las piernas, he de decir que el agua de mar aclara la voz-razoné, hinchado el pecho en orgullo risueño- ¿Que os parece, nenas?-continué, agravando la voz a drede, sonriendo mientras contemplaba a la mujer rubia vestirse- No está mal el sitio, a pesar de no haber bares, por supuesto-concluí, sonrisa en cara para pasar de mirar las estrellas a otra vez a la mujer salva vidas- Perdona, pero...creo que no nos han presentado, AU!-chillé cuando kath me pellizcó el culo, a modo de recordatorio- Ya voy, ¿no lo ves? ¡Me vas a arrancar un pedazo!-la reproché en voz baja, para luego alzarla con una sonrisa- Me llamo Dellios, y tu eres la rescatadora, alias...?

Acabé de vestirme, y clavé la espada enfundada en la arena de manera que quedó pinchada, y tomé asiento al lado de Kat junto a la hoguera. El hombreton empezó a vestirse, haciendo caso de los consejos de Katherine.
-Dellios...- pronuncié su nombre ironicamente divertida recordando sus delirios anteriores- me llamo Merry, encantada, habeis tenido suerte que reconociera a Kat desde allí arriba...- me hizo gracia "rescatadora?", miré a Katherine, me habia pedido un relato, un doloroso relato... y ahora esperaba impaciente. Me quité el colgante del cuello suavemente, y lo mantuve en la palma de mi mano. Desvié la mirada de él mirando simultaneamente a mis dos acompañantes
- el relato de este colgante... mi vida, mi infancia- sacudí la cabeza- solo le he contado esta historia a una sola persona.. supongo que porque nadie me lo había o porque no tenía intención de... pero bueno creo que te lo debo... espero no aburriros, es larga... pero quiero contar las cosas tal como fueron sucediendo- figé mi mirada en las llamas del fuego

- Entonces era pequeña, viviamos en nuestra aldea tranquila, llena de paz, el pasado... yo y mi família, mi padre me enseñaba a amar la naturaleza, solo se sacrificaban los animales justos para alimentarse, y siempre venerando y agradeciendole a la madre naturaleza por aquello que nos daba- cuanto había canviado todo, ahora aquello me parecía absurdo- pasaba tanto tiempo con él...

creo que nunca lo oí quejarse de algo, era un hombre magnifico, valiente, y este colgante pertenecía a él.- hice una pausa- Una mañana , no lo recuerdo bien, creo que me adentré en el bosque. Mi padre era cazadór y ese día había marchado temprano, y mi madre recolectaba flores para la fiesta de la primavera o algo así- solo tenía vagas imagnes de aquellos tiempos, y a veces me preguntaba si realmente todo había sido así- andaba jugando como cualquier niño, me decían que no me adentrara en el bosque pero quién no desovedece a sus padres alguna vez. El dueño de este diente-dige enseñandolo- andaba ambriento por aquellos parajes, y se encontró con una niña indefensa, un suculento manjar.
El caso es que no recuerdo bien que pasó, el dragon intentó acabar con la fragil vida de aquella niña. Solo recuerdo despertarme en casa, y ver a mi madre llorando, me abrazó y mi padre también, estaba lleno de magulladuras y cortes, me salvó la vida, y desde aquel día siempre llevó este colgante su cuello...fue lo unico que encotré de él...aquella noche...-no podia pronunciar las palabras, mientras las pesadillas, las imagenes confusas , los gritos y sombras invadian mi mente - es el único recuerdo de mi hogar... pero ahora soy alguien totalmente diferente...-mis ojos se oscurecieron unos instantes mientras miraba fijamente el fuego- es una historia sin importancia...-susurre seria

La escuché atentamente con los ojos bien abiertos, asintiendo a cada pocas palabras que la mujer articulaba. Era una historia triste. Y completamente distinta a la mia.
Una vez terminó el relato, me acerqué al fuego y lo avivé, para que ninguno de nosotros pasara frío. Con una sonrisita, gateé hasta la posición de Merry, y le quité varias ramas y algas de la hermosa cabellera rubia.

-¿Es una nueva moda entre las féericas?- bromeé, sacándole cuidadosamente todas las cosas que se habían atrevido a ensuciar el pelo.

Me senté de nuevo y empecé a excavar en la arena, sin saber porqué lo hacía. Solo tenía ganas de distraerme de la historia contada por Merry. Ella, a pesar de todo, había seguido adelante con su vida después de todo lo que le había ocurrido. En cambio yo...

Rebusqué en los bolsillos de Dellios, en los de mi ropa, en los saquillos y en la bolsa, asaltada por una imperiosa duda que me congestionó el corazón hasta límites insospechados.

-¡Ayudadme a buscar mi cartera!- empujé a Dellios, apartándolo de mi camino, excavando como si me fuera la vida en ello.

-olvidadlo... os habré aburrido con esta absurda historieta- dije con una carcajada, mientras Kat avivava el fuego. Relamente no sabía porqué había explicado aquello..había algo más... mucho más pero aquello no lo explicaría ahora...ni nunca...

-una nueva moda?, claro que sí, quién no quiere alguna que otra rama y algas marinas adornando su larga cabellera?- reí mientras recogía mi melena hacia delante, desenredandola cuidadosamente con mis finas manos.
- vaya aquí debe de haber una fauna entera!- dige divertida quitando trocitos de restos de...todo. Comenzé a trenzar mi cabello, cuando Katherine se sobresaltó buscando su cartera...

Había estado absorto contemplando las estrellas, tumbado boca arriba, estremeciéndome entre los pliegues de mi ropa por el roce frío y la calor que me proporcionaba el fuego chispeante de mi lado.

Entonces oí risas. Y al girarme contemplé como mis preciosas acompañantes estaban una al lado de la otra. Katherine despojando a la féerica, creo que así habían dicho, de ramas y barro del pelo. Realmente eran preciosas. Frente al fuego, reluciendo cada una con un contraste especial. La negrura electrizante de mi adorada pequeña, con los ojos y la piel vibrantes de vida. Y la blancura de su acompañante, reluciendo como un cristal, brillante e inaccesible.

Me ladeé, apoyando mi cuerpo hacía el lado para poder contemplarlas mejor, entonces oí el comentario de la féerica y torcí el gesto, dejando que algunos de mis flecos mojados y apelmazados ocultaran mi ojos.

-Ninguna historia es aburrida-ni siquiera la pensé, normalmente pensaba las cosas, esa vez me salió tal cual lo pensé. Entonces me percaté de la sinceridad en mis palabras, y las oculté- Como mucho acongojante, pero tranquila, no ha sido aburrida, ¿verdad Katherine?

Entonces la vi, pues hasta ese momento no me había fijado más, y estallé en carcajadas. ¡Rebuscaba en la arena como un perro! No supe en ese momento cuan ridícula me pareció la escena hasta pasados unos días, que reflexioné más en ello, pues en ese momento me dolían demasiado las costillas como para ponerme a pensar.

Me levanté cuando fui capaz de mantenerme en pie sin doblarme hacía delante por las carcajadas. Una vez a su lado, me encogí de cuclillas entre ella y la féerica, y vislumbré por encima de sus hombros, allí donde el alcance del fuego me dejaba ver entre cuerpo y cuerpo.

-Olvídate de encontrarla-la intenté convencer- Has estado a punto de ahogarte en el mar y te has arrastrado como una zapatilla por la arena, sin contar las corrientes marinas...-al exponer mi razonamiento, quise burlarme, y lo hice, carcajeándome de nuevo, eso sí, a mala baba cariñosa- Si la encuentras, te juro que me depilo las piernas.

Paré de escarbar, ante la risa de Dellios. Enrojecí hasta la punta de las orejas y las pecas comenzaron a brillar con luz propia.

-¡Cállate, osezno!- le reproché, con un gesto desdeñoso. Entonces se me ocurrió la genial idea que me iba a poner fin a mi preocupación. Me lancé encima de mi amigo y comencé a rebuscarle en los bolsillos.

-¡Ahá! ¡Maldito ratero! ¡Ya me extrañaba a mi que accedieras a traerme sin ninguna contraprestación!- recuperé mi adorada cartera, a la que besé en repetidas ocasiones antes de volver a mirar a mi postrado amigo. Le agarré los brazos con fuerza y lo clavé al suelo.

-¡Eh, Merry! ¿Alguna vez has depilado a un oso? Si no, bienvenida a tu primera vez en la lucha contra animales de gran tamaño- dándome la vuelta, levantándome lo justo para que no se levantara y sentándome sobre su estómago, agarré la pierna izquierda de Dellios y lo mantuve quieto.

-Si no tienes cera, siempre puedes usar un machete- indiqué con una sonrisita.

* dejando la trenza a medias, miré a mi alrededor para ayudar a Katherine a buscar la cartera. Dellios se nos acercó riendo, le miré con una media sonrisa, Kat se le tiró encima, eran una pareja muy extraña, creo que jamás había tenido una relación así con nadie, se les veía con confianza.
Me quedé sin saber que hacer, mientras peleaban , hasta que al fin Katherine encotró su cartera en el bolsillo de Dellios. "menudo personaje"pensé arqueando una ceja.
- Nosotros les quemabamos el pelo a los cerdos...- comenté
-parece que te vas a tener que tragar tus palabras amigo- dige levantandome suavemente y acercandome al fuego, cogí una pequeña rama y la quemé por un extremo.
- después de esto vas a parecer un pollito chamuscado - y dicho esto me acerqué suavemente con cara de indiferencia hacia él, y le pasé por la pierna la ramita ardiente, apenas rozandole para no hacerle daño, al contacto con la llama los pelos ardieron rapidamente, dejando un roal- que te parece Kat dejamos al oso ya o te molesta el pelo de algún otro lugar de su cuerpo?- pregunté ironicamente simulando voz de indiferencia.

Al verla enrojecer ante mis risotadas, sentí que se me descoyuntarían las costillas de su sitio al reírme tanto. Realmente, y ante esa oscuridad, si su cabeza hubiese sido más grande, la hubiese considerado un gusilú de esos, que si se les apreta la barriga, brillan. Aunque a ella no hacía falta apretarla...

Luego, y sin venir a cuento, se me lanzó encima como una fiera chiflada. Eso me chafó, literalmente, pues sentí como mis costillas gruñían echas pedazos ante el porrazo repentino, y mi espalda rozaba de nuevo con una picajosa arena, que en ese momento no se porqué, me pareció que se picaba más y me rascaba.

-¡EH!-me enfurruñé cuando me acuso de ladrón, aunque era verdad, no me iba a dejar arrastrar a ese mar de conchas no bebibles por su cara bonita. Aunque haberla visto angustiada, tuvo su gracia- ¿C-cómo? ¿Es coña, no?-me reí nerviosamente ante la que se me echaba encima, y todo por mi bocaza de banda ancha, si es que hay que joderse con la memoria pasada por agua. Me resistí inútilmente, pero estaba demasiado echo polvo para largarme corriendo- ¿Cerdo? realmente no me sorprendo, alguna vez que otra me lo han dicho-me carcajeé lo más que pude al tener a Katherine encima de mis pulmones- ¿Eso quiere decir que ya somos amiguitos?-me regocijé burlonamente en las palabras de la féerica.

Y luego me cagué en la madre del cordero.

-¡Locas!-me escandalicé al notar demasiada calor en mis piernas- No si es que hay que joderse, y encima gracias, ¡podríais haber tenido un cangrejo entre manos!

-Voto por afeitarle la barba con las tenacillas de un cangrejo, ya que le gustan tanto...- canté, con alegría. Con cuidado de no machacarle más las costillas-aunque deseaba hacerlo-me incorporé, y corrí a ponerme alguna prenda de ropa encima. Había empezado a refrescar y para mi, la hoguera no había sido suficiente para hacerme entrar en calor. En momentos así, añoraba la fortaleza en la que vivía junto a todos mis camaradas.

Conseguido mi vestido y mis zapatos, me volví a sentar en la arena, dándoles a ambos un pequeño sandwich que había preparado antes de salir, para poder cenar o lo que fuera.

-Me das envidia, Merry- comenté, entre mordisco y mordisco -Eres muy mona.

Suspiré con pesadez, mirando a las estrellas.

-¿Sabes? Yo antes también era rubia, y tenia el pelo casi tan largo como tu. Luego...Lo desgracié- me reí, porque, realmente, lo que había hecho con mi pelo había sido una masacre.

Tiré el palo a la hoguera, dejando que lo consumiera el fuego, y me senté a su lado riendo

- el pelo de los cerdos arde mejor...bueno agradece que a estas horas los cangrejos estén durmiendo...- me tumbé de lado mirando a mis dos compañeros. Kat nos entrego unos sandwich para comer, cosa que le agradecí, pues no me había dado cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que le di el primer bocado, con el qual me atraganté ante el comentario de Katherine. Tosí y me reí.

- bueno supongo que es lo que tenemos los feéricos, eso de la belleza y tal, pero tu eres preciosa- comenté mirandola, y me la intenté imaginar con el cabello largo y rubio- bueno supongo que si te lo cortaste tus razones tendrías, si eso hizo que te sintieras mejor contigomisma... yo realmente no podria cortar mi cabello. Pero contadme que haciais por aquí? una mujer tan preciosa y un hombre tan- callé unos momentos para intentar definir a su acompañante- digamos robusto...

Encojido sobre mi mismo, me miré lo que antes habían sido los pelos de mis piernas y sollozé.

-Sois unas brujas-les ladré, aún encorbado. Pero entre mis piernas pude observarlas, y añadí entre quedas risotadas- Unas brujas muy guapas, pero muy brujas.

Era verdad, katherine había tenido el pelo como la féerica, recuerdo haberlo escuchado de sus labios alguna noche de borrachera. Pero evientemente no me enteré mucho, por ello el alcohol en desmedida, dicen, es perjudicial. Y torcí la cabeza, extrañado. Miré a la féerica y supe que ella tambien estaba intentándo imaginársela, aunque la verdad, le quedaba mejor el pelo así. Mas bárbaro, más salvaje. Sino, parecería una muñequita de porcelana, pensé y me reí, aunque solo lo parecería...

-¡eh!-me defendí al verme reducido a un hombre robusto. ¡Ni que solo fuera un amole de musculos!- Eres una preciosa encasilladora-le reproché, mientras me arrastraba hasta ellas por la arena- Pues verás, esta mujer preciosa y este hombre robusto no se les ha ocurrido nada mejor que tirarse al mar casi en bolas habíendo bares medio decentes a cada dos pasos. ¿Y tu qué?-le susurré una vez me incorporé a su lado- No me trago que una mujer como tu no tuviera mejores planes que tirarse al mar a rescatar a un par del ataque de un pulpo amoroso.

-Es un buen lugar para pensar- dije, mientras corría a cobijarme en el corpachón de Dellios, muerta de frío. Me acurruqué y empecé a notar cómo volvía el calor a despertar mis extremidades del entumecimiento. La hoguera cada vez se iba atenuando más, y no me quedaban fuerzas para reavivarla.

El sueño me estaba invadiendo, se hacía con el control de mis párpados y mis músculos querían ceder al peso del encanto del dios del sueño, pero por respeto a mis compañías, me resistí. Un sonoro bostezo cortó mi línea de pensamiento.
Me tapé la boca, avergonzada, para sonreírles luego.

-El amor de ese pulpo me ha dejado K.O- suspiré, incorporándome ligeramente. Estaba que no podía ni con mi alma.

Me reí ante la reacción de Dellios hacia mi descripción
- bueno no se me ocurrió nada más para describirte, de momento puedo decír que sí, eres una mole de músculos..vamos he visto todo lo que me puedas enseñar de tu cuerpo!- dije divertida bromeando guiñandole un ojo.

- Así que pasando una bonita tarde en el mar... pues yo vine a despejarme, el ambiente de los bares acaba cansandote, pensé en ir a dar unas cuantas estocadas a algún arbol del bosque pero solo encontré la playa, así que subí allí arriba a pensar supongo... y a tirarme por el acantilado al ver a dos temerarios que no saben nadar, fue una idea un poco suicida por mi parte pero a veces no pienso solo actuo!- me reí al ver como Katherine luchaba por no caer rendida.
- se nos va a dormir la bella durmiente... después de todo a sido cansado el ajetreo del mar. Miré hacia el fuego tarareando una cancioncilla que me vino a la mente.

-Hombre gracias-exageré la reacción ante su afirmación, con una burlona sonrisa- Y claro, lo mas normal, agobiarse y lanzárse al mar a por dos desgraciados con problemas.

Comenzaba a refrescar, y mi piel no era la única que empezaba a notarlo. La blanquecina piel de la mujer féerica estaba de punta, y eso me pareció divertidisimo.

-Creía que los féericos nunca pasaban frio-comenté. Y luego cerré la boca, riendo- Perdona, a veces hablo sin pensar.

Y asentí al rodear a la pequeña Katherine con el brazo, cobijándola del frio que empezaba a levantar la tierra arenosa.

-Seré mejor que me la lleve, al menos, para no matarla de frio. Y tu...-dudé un instante, y luego sonreí con la mejor mueca que pude esbozar sin temblar por el frio- ¿Tienes un sitio pensado para pasar la noche?

- agobierme? naaa- negué- solo me tiré para evitar que se ensuciara la playa con vuestros cuerpor por ahí flotando, sería feo- bromeé chasqueando la lengua. Un escalofrio recorrió mi cuerpo, la noche iba cayendo y el frio iba calando en mis huesos, mi piel se comenzaba a poner de gallina.

- pues el que te lo dijo mentía muy bien o yo no soy una feérica y nunca me lo habían dicho... no pasa nada- sonreí tras su disculpa, pues no le di la mínima importancia. Me arrodillé acercandome al poco fuego que quedaba, intentando apurar al máximo su calor. Recogí mi arma. Dellios cogia entre su brazos a Katherine, me quedé pensativa ante su pregunta
- bueno supongo que me dejaré caér por alguna habitación, donde os ospedais vosotros si se puede preguntar?

La miré mientras intentaba caldearse todo lo que podía con el escaso fuego que se iba apagando a medida que mi acompañante se iba sumiendo poco a poco en un sueño mucho mas denso.

Escuché y asentí con una sonrisa.

-En el Motel Heart-luego corrí a matizar- No hay un jodido sitio mejor en varios kilometros, creo que nos hemos ido al culo del mundo-bramé algo asqueado al recordar que no había probado el alcohol en varias, muchas horas. Luego me sosegé, con mi habitual sonrisa, y la picardia volvio a mi al verla depie, medio desnuda y temblorosa, como no- Kath no estará por allí, tiene cosas que hacer, sin embargo yo-me miré- Tendré que beber solo hasta que me encargen algun trabajo. Es que las tabernas ya me tienen fichado.

La noche empezaba a cerrarse, y el viento aumentaba su mala ostia. Me levanté, despojé mi cuerpo del abrigo y, agarrando a katherine, con una mano, como la princesa que era, le tendí a la féerica la gabardina, sonriendo burlón- Yo ahora no la necesito, y total, ya me has visto entero y desmayado-mentía, pero guardé las formas y no temblé, agradecido por el calor que proporcionaba el cuerpo dormido de la elfa.

-en ese motel?- le miré de reojo arqueando una ceja sin separarme del poco fuego que quedaba, pues todo el mundo conocía aquel motel i los asuntillos que allí se cocían, no se conoce precisamente por lo bien que se duerme allí... y estaba bastante lejos.

- pues vaya un sitio para ir a dormir, bueno os acompaño al menos allí no hará este frio y nos podemos tomar alguna cerveza para entrar en calor-
callé riendo al comprendr jusnto cuando lo decía el doble sentido que podian tener aquellas palabras, pues no pretendía nada de aquello, al menos no aquella noche...
un escalofrio recorrió mi cuerpo cuando la gabardina de Dellios cayó sobre mis hombros, me pareció un gesto amable por su parte, pues aunque muy grande seguro que se estaba muriendo de frio, su gabardina todavía mantenía el calor característico del tejido en contacto con el cuerpo.

-Gracias, todo un detalle- dije mietras me cubria con aquella gabardina, y le miraba divertida- vamos, aquí ya no hay nada que hacer, la noche está cayendo y no me creo que no tengas frio...