En la playa? (acordado)

Camino cabizbajo por la playa, mirando de vez en cuando hacia el agua, recordando que no tengo a donde ir, otra vez más...

-Tampoco necesito nada... nadie a quien proteger...- Sigo caminando, haciendo surcos por la arena.

Unos pasos más alante me paro, y miro al mar, el horizonte...

Frente a mi se alzaba una figura bastante imponente, si tenía en cuenta mi pequeño tamaño comparado al suyo.

La suave brisa marina me animaba bastante. Había decidido probar suerte en las tierras del pasado, que, como había predicho en mis conversaciones de bar que mantuve con Merry y Baërêtsa, eran lugares mucho más calmados y, a mi parecer, agradables.

Después de reflexionar de tal manera, encaminé mis pasos hasta acercarme a la figura masculina que tenía ante mi. Era tan enorme como mi buen amigo Dellios.

Pero este muchacho era rubio. E iba bien arreglado. Adiviné, no sin cierto escrutinio, que se trataba de un ángel. Haber estado con Ooroboros en las tierras del futuro había servido de algo.

-¿Verdad que el mar es bonito?

Me sorprendí al darme cuenta de que no estaba solo, me giré un poco hasta ver quién me hablaba, era bajita, en comparación a mi.

-Si... hacia mucho tiempo que no lo observaba... Casi lo habia olvidado- En cierto modo esa elfa despertó mi curiosidad, me di cuenta rapidamente, toda ella lo reflejaba.

-¿Qué te ha traido hasta aquí...? Creia que aquí no venia nadie...

Me giré de nuevo hacia el mar, tratando de evadir a la elfa, aunque en cierto modo me sentia mal por ello

-Me llamo Snow...

-Mi nombre es Katherine, pero mis amigos me llaman Kath. O eso harían si tuviera alguno cerca.

"A los que, por cierto, hecho muchísimo de menos" -pensé, desalentada

Noté la incomodidad de mi acompañante, y le sonreí suavemente.

-Tienes un nombre muy bonito. Un nombre genial, en todo caso. Parece que te pega. Diría que...- me tapé la boca, estaba hablando demasiado, y mi intención no era apabullarle. Mi mano se enredó entre mis rizos negros, como gesto avergonzado.

-He venido a poner en práctica todo lo que he aprendido sobre nadar. A parte...- me quedé mirando el mar, absorta -Me encanta el mar. Su olor, su color, su sonido...Perdona si te he molestado- sonreí pícaramente. No me arrepentía en absoluto, pero quedaba bien hacer esa pequeña falsa disculpa

Sonreí -Dios mio... por qué a mi...- Pensé, es cierto que no me gustaba estar con nadie, pero Katherine al menos no se comportaba como los demás, y no era nada desagradable

-Encantado... Tu nombre también es muy bonito... Katherine...- No me atrevia a llamarle Kathe, me daba vergüenza, incluyendo que no eramos amigos- A mi no me gusta nadar, nunca me ha gustado... Tampoco sé, asique realmente no está bien decir que no me gusta...- Empezaba a extrañarme, ¿qué hacia yo hablando con una extraña?

-En fin... no te molesto, adelante, puedes practicar, no pasa nada- Me senté en la arena

-Eres una elfa... ¿Me equivoco? es que no he podido evitar fijarme.

Me libré de la pesada armadura, dejándola a varios metros de orilla. Sonreí a Snow y me lancé de cabeza al agua. Ahora que al fin podía, como poco, mantenerme a flote, disfrutaba muchísimo más de aquél inmenso lago que era el mar.

Luego, al oir la pregunta del muchacho, me hundí en el agua ligeramente, ocultando mi cabeza para, al emerger, dejar que mis rizos descubrieran las orejas picudas.

-Acertaste.

Al cabo de un par de zambullidas más, recapacité.

-Espera... Tu tampoco sabes...¿nadar?- reí suavemente, saliendo del agua, acercándome a Snow tranquilamente.

-Si quieres, yo te enseño. A mi la ultima vez, el no saber nadar casi me cuesta ser la cena de un pulpo

-¿¡De un pulpo!? Jeje....- Sonreí al oir esa frase, me estaba empezando a caer bien aquella joven...

-No, no te preocupes... me da mucha vergüenza, no sé si lo conseguiré...- Mentí, realmente no queria tener que poner mi seguridad en sus manos, aunque la propuesta era atrayente, nunca está de más saber nadar... Como ella habia dicho, puede costarte la vida

-Tranquila, nada, que no te molesto, jeje...

-De todas formas no creo que me sirva de mucho saber nadar... ¿no?- Con esa pregunta intenté auto convencerme a mí mismo, ya que sabia seguro que puede resultar muy útil, pero más útil me resultaba no tener que depender de nadie.

-No, no te servirá de nada si no te gusta meterte en el agua- convine, ladeando mi cabeza. Saqué de mi bolsa un tentempié, y le ofrecí la mitad a Snow, con una apacible mueca.

-¿Quieres un poquito? Esta hecho por el mejor cocinero que conozco

Sin esperar respuesta alguna, comencé a mordisquear juguetonamente aquél bocado que intentaba que calmara a mi rugiente estomago.

"No se juega con la comida...¿Quién fue el idiota que dijo eso? Con lo divertido que es"

Me quedé mirando a Snow un buen rato.

-¿Todos los ángeles sois así de altos y hermosos? Conozco a un bioángel, y también es muy guapo. Mas de un humano debe envidiarte

Rechacé su oferta sonriente, me hacia gracia ver como degustaba la comida

-Jeje, no tengo hambre ahora mismo... pero gracias de todas formas

Cuando terminó su última frase agaché la cabeza

-Bueno... tan altos no, pero más guapos los hay a pares- Momentos después de decir eso levanté la cabeza, no queria reflejar mi ínfimo cariño hacia mi raza

-Tampoco es que vaya fardando de ser un ángel... No es nada del otro mundo. Bueno... tú seguro que también eres muy envidiada...- No queria hacerlo notar, pero su pregunta me habia desanimado un poco- Seguro...

-Buah, de eso nada. Soy una paria para mi raza- me carcajeé alegremente. Lo miré, desconcertada, puesto que se le veía desanimado.

-No era mi intención entristecerte, lo decía como algo positivo. Además...- con una gran sonrisa -Ojalá todos los ángeles fueran como tu. Me gustan más los tipos grandotes. Sin ir más lejos, mi mejor amigo debe ser más o menos de tu estatura. Y...- apostillé, terminando al fin con mi manjar, relamiéndome los dedos, luego secándolos en una servilleta -Valoro más a un guerrero que a una cara bonita. ¿De que te sirve ser guapo si para lo verdaderamente importante, que es pelear y cumplir con tu deber, no vales luego?

Me encogí de hombros.

-La belleza está sobrevalorada. Pero yo te lo comentaba en plan flirteo- comenté finalmente, riendo con fuerza -No me tomes en serio. Ya me dicen que soy muy rara.

-Jeje... Muchas gracias, desde luego contigo es imposible estar triste- Me levanté y sonreí, realmente era la primera persona que me habia animado desde la Gran Guerra- Gracias... la verdad es que no me gusta considerarme un ángel.

Después me acerqué al agua del mar

-¿Por qué dices que eres una paria?- La miré extrañado, no tenia apariencia de ir provocando el rechazo de su propia raza, quizás ella no lo habia elegido

-De todas formas... tú no eres rara- Me reí y me volví hacia el mar.

-Digo que soy una paria porque...mmm... No me comporto conforme a los preceptos de mi raza. A parte de todos mis problemas familiares, que bla bla bla son un coñazo y te ahorraré detalles- le sonreí. No estaba de mal humor o entristecida, por mucho que pudieran indicar mis palabras.

-Tienes razón, no soy rara. Solo soy "especial"

Me tumbé panza arriba en la arena, empezando a echar en falta mi armadura. Demasiado pronto para permanecer en bañador. Pero me daba pereza levantarme.

-¿Y qué hay de ti, Snow? ¿Alguna historia interesante? ¿Aventuras apasionantes? ¿Calurosos romances?- dije, en una alegre entonación, emulando una melodía.

-Qué va... Nada de eso, la guerra sucedió cuando yo tenia 6 años, y desde entonces no he tenido a nadie excepto a mi mismo... Pero en cierto modo lo agradezco, no me gustaria volver a pasar por lo mismo...- Me senté en la arena y me puse a dibujar surcos con un dedo en la arena

-Tranquila... no me das el coñazo, la verdad es que hacia mucho tiempo que no hablaba con alguien de esta manera, demasiado...

Al rato me puse en pie de un salto, y tras doblar las rodillas varias veces me giré hacia Katherine

-Bueno Kathe... ¿Me enseñas a nadar? Jajaja

-Muy bien- me incorporé de inmediato, y agarré las manos de Snow, arrastrándolo poco a poco hasta el agua. Suavemente, sin tirar demasiado.

-Lo primero es que no le tengas miedo, y lo segundo es que no patalees como un cerdo en un matadero, ni des manotazos exajerados en el agua. Te parecerá mentira que un botijo como yo te lo diga, pero si te hundes, yo te rescataré. Confía en mi

Comencé a avanzar más, dejando que el agua empezara a cubrirme a mi primero, luego a él, aunque yo fui la primera en hundirme.

-Muevete suavemente, sin temor. Aquí no hay peces ni pulpos pulposos violadores hambrientos- bromeé, disfrutando del agua.

-Uf... - La seguí al agua, mientras me reia por su comentario.

Noté como el agua me empezaba a cubrir hasta que tuve que mantenerme flotando, me costaba demasiado, hasta que no pude mantenerme más, empecé a ponerme nervioso, pero conseguí seguir flotando

-Parezco idiota... lo siento, je... Déjalo, volvamos a la arena, esto no es lo mio...- Lentamente fuí volviendo hasta que llegué a hacer pie.

-Vale, vale- reí quedamente, secándome con mi capa al salir a duras penas de la cálida agua -Tu ganas.

Me vestí un poco para paliar el frío, puesto que tanto entrar-salir estaba empezando a repercutir en mi temperatura corporal. Comencé a temblar ligeramente.

-¿A tí que te trae por estos lares?- las convulsiones a causa del frío aumentaron en violencia, y me tuve que sujetar los brazos -¿Eres un guerrero? ¿Un cazador?...

Mi sonrisa creció, mientras intentaba transmitir mi alegría con ella.

-Tal vez alguna aventura se prepare a nuestra espalda, ¿no crees?

Corrí a por mi chaqueta y se la pusé por encima.

-Ups, te queda más bien como una manta... je, je.

Después de asegurarme de que la habia tapado bien me levanté

-Soy un guerrero... -Traté de no imaginar luchar en una batalla junto a ella, no me agradaba mucho la idea

-Je, no digas esas cosas... Seguro que no hace falta luchar, en cualquier caso yo evitaría que luchases, no quiero tener la posibilidad de perder a la única amiga que he tenido desde hace quince años- Sonreí y me giré hacia el mar, hacia mucho tiempo que no me sentía así.

Me sorprendió cuando me puso su chaqueta encima. Lo miré con dicha sorpresa, notando como me sonrojaba violentamente. Era el primer gesto de amabilidad que recibía en mucho tiempo, y me había encantado.

Y al oír que ya me consideraba su amiga, logró que parara de temblar de frío. La sensación de felicidad lo había calmado por completo. Reí suavemente.

-Eres un tipo muy curioso...- musité, lanzando una piedra al mar, intentando que rebotara en la superficie líquida. Dio 4 saltos y se hundió. Miré a Snow, divertida.

-Prueba tu suerte- le tendí una piedra -El que más salitos consiga, podrá pedirle algo al otro.

-Je... Siempre quise aprender a hacer eso de niño- Sonreí mientras cogía una piedra, tratando de ignorar como se habia sonrojado al prestarle la chaqueta.

Me acerqué al agua cogiendo impulso, lancé la piedra, pero simplemente se hundió en el agua nada mas alcanzarla. Antes de volver con Kath cogí otra y la volví a lanzar, pero ocurrió lo mismo que con la otra.

-Está bien... ¿Qué deseas?- Sonreí mientras me acercaba a ella.

-Bueno... ¿Y qué tal te encuentras? ¿Sigues teniendo frio?- Solté una pequeña carcajada mientras le colocaba los hombros de la chaqueta- Te queda bien... ja, ja.

-Quiero...Quiero...- lo miré detenidamente, ladeando la cabeza. yo había propuesto el juego, pero no sabía qué pedirle. Me reí ante mi propia estupidez. Luego, mi sonrisita se volvió pícara.

-Quiero un premio por haber vencido en este honroso duelo de lanzadores de piedras...- arqueé una ceja, con burla.

Miré cómo recolocaba su chaqueta sobre mí, y no pude evitar relajar mi expresión hasta un nivel de paz que hacía tiempo que no sentía.


-Ya no tengo tanto frío, pero, si no te importa, me gustaría disponer de ella un poco más. No se si es tu presencia o el calor de esta prenda, pero, extrañamente, has conseguido que me sienta total y absolutamente bien.

Luego, ví la luz. Ya sabía qué le iba a pedir como premio.

-Dame una clase. Quiero aprender a pelear mejor.

Miré de reojo a Kath, queriendo parecer indignado por lo que habia dicho.

-Hm, está bien, tendrás tu merecido premio- Reí mientras oía lo que habia dicho. Nunca había conectado de esa manera con nadie, parecía mentira que fuera mi primera amiga.

-Adelante, intentaré enseñarte- Me coloqué en posición de defensa y la miré, sonriente- Cuando quieras.

No saqué mi espada, lo último que quería era hacerla daño- Saca tu arma, si quieres.

Dirigí mi mirada hacia Stennka, mi preciada arma. Torcí el gesto y la empuñé.

-Solo sé desarticularla y dar estocadas rápidas. Poco más-dije, con un suspiro. Tiré de nuevo la espada al suelo y me agazapé, tomando una posición defensiva. Mis rodillas se flexionaron ligeramente, mientras que mis brazos estaban dispuestos de tal manera que pudiera protegerme de la mayoria de golpes.

-Adelante. Pero sé indulgente, ¡aún soy bastante novata!