Lazos opuestos [Acordado]

El edificio se alzaba ante mí, lúgubre y apagado. La fachada de piedra gris estaba desgranada por los años, era austera, y las pocas decoraciones que una vez había tenido, eran ahora polvo del que mis botas hicieron crujir cuando entré.
En el patio interior, se alzaba una imponente palmera, que un dia había estado prisionera de un tarro de piedra que ahora estaba trozeado entre las raíces. A su lado, una fuente. La humedad que desprendía había permitido al musgo instalarse por el suelo. La noche, con los mosquitos blancos relucientes, y con ese cielo tapado por las ámplias hojas de palmera, parecía selvática y fresca.

Un pequeño mundo aparte.

Un caminito de musgo pisado bordeado por dos candelabros vacíos guiaba hasta unas escaleras estrechas que subian dos pisos directamente. Con los eslabones de piedra, desgastado con el uso, ahora estaban relucientes, algo curvados por el centro y todo... Daban a una puerta entreabierta, de la que se veía salir luz.

No parecía en absoluto una biblioteca, más bien la residencia de algun viejo botánico retirado... Pero me habían dado indicaciones claras.

Abrí la pesada puerta, y me ví ante un mostrador de madera reluciente por el desgaste. Había pilas de pergaminos, libros, ficheros y compéndios esparcidos de formas bastante originales, de forma que no parecian seguir orden alguno, pero tampoco estaban desordenados. Curioso. La luz no venía de esa sala, venía de la contigua. Des de allí solo se veían estanterías llenas, y libros.
Solo eso.
Seguramente había un suelo, y se intuían mesas. Necesariamente había techo.
Pero un perfecto mar de papel escrito estaba cuidadosamente dispuesto para cubrir hasta el último rincón, y las estanterias eran demasiado altas como para que se viera el techo des del mostrador donde me encontraba. Tantos miles de libros, tan bien ordenados. Pero no tenía sentido. No se podia andar, por que también cubrian el suelo, y las estanterias eran anormalmente altas, pues, sin usar escaleras de mano, que no había, era imposible llegar más allá de la sexta fila. Y conté al menos 23 pisos y no más por que no me dejaba seguir contando el marco de la puerta.

La sala, profusamente iluminada, seguramente por lámparas de techo, desprendía un agradable aspecto de calidez.

Como un nido, pensé.

Como no me atrevía a entrar pisando los libros, grité con voz firme...

-¿¿¡¡Hola!!??

"No había dado diez pasos cuando tropecé violentamente con la esquina de un mueble o de una cornisa. Me desvié un poco y proseguí mi camino con más precauciones, pero no tardé en verme detenido por..."

- ¿¿¡¡Hola!!?? -gritó una voz desconocida. Giré los ojos, otra vez un cliente. ¿No podían dejarme leer tranquila?

Con mi poder dejé el marca-páginas entre las hojas, y dejé el libro a un lado de la mesa donde estaba sentada. Caminé por el pequeño camino que dejé de libros con fallos de impresión, inacabados o repetidos en la biblioteca y llegué hasta el mostrador.
Un humano se posaba ante mí, con la tez blanca y ojos negros e inexpresivos. Si no hubiera sido por los parpadeos, hubiera pensado que era un muñeco.

- Hola -dije, antes de ponerme un dedo delante de los labios, pidiendo silencio. Aunque estaba sola en la biblioteca rompía con el orden de esta.- ¿Qué desea? -pregunté, con un tono más suave y sonriendo levemente.

Me impactó. Por varias razones... ahora solo recuerdo las manos, escamosas y rudas... la sequedad de su respuesta... me recordaba mi mundo. Su andar, pisando los libros, también mé inquietó. Los pisaba con cuidado, pero habíaefectuado un recorrido tortuoso y rebuscado. Como si no le importara seguir caminos tan ineficientes...

En respuesta a su pregunta, levanté la mano con suavidad señalando lo que pisaba.

-Los más antiguos. Los escritos en eras en que el ser humano se creía el único en el planeta. Los escritos en tiempos en que temían que no se levantara el sol cada mañana...

Miré su posado. Una leve sonrisa. Me encontraba divertido. Que extraño... Sus hombros decaídos indicaban un cierto cansancio... por si le molestaba añadí:

-O alguna indicación de dónde encontrar semejantes ejemplares.

Me quedé pensativa un momento. Libros antiguos... libros antiguos... Vale, ya.

- Espera aquí un momento -dije, temiendo que pisara mis preciados libros, y giré hacia el almacén de nuevo.

Con muchísimo cuidado quité algunos libros del suelo en un rincón de la sala. Con la mente, claro. Debajo había una caja de metal y la abrí. Allí guardábamos algunos de los ejemplares más viejos que se habían escrito, con letra casi ilegible. Con cuidado puse los tres en mis brazos y se los llevé al chico.

Dejé en el mostrados los ejemplares y saqué unas llaves de un cajón para abrirle otra sala contigua donde había mesas y luces para poder leer mejor.

- Son muy antiguos. Ve con cuidado al pasar las páginas, podrían romperse... Teníamos unos más antiguos, pero están destrozados y ya no se leen las letras. Aunque creo que pudimos restaurarlos un poco... déjame ver.

Salí medio corriendo de la sala, dejándolo solo con los libros y buscando la zona donde guardamos esos libros. Revisé unos cuantos antes de volver con él. No pensaba dejarle solo con unos libros tan importantes.

Me confió rápidamente tres ejemplares antiguos. Una vez dentro de la sala, se marchó con prisas medio hablando conmigo, medio pensando en voz alta.

Así que había de más antiguos. Con mis escáneres leí los tres tomos enteros sin tocarlos. La composición de la tinta, hecha con una burda mezcla de sales metálicas era facil de leer con apenes un par de fotografías multicapa en rayos gamma. No debía preocuparse por que le rompiera las paginas.
La radiometría de carbono me indicaba que tenían menos de mil años. Habían sabido llevar bien sus siglos, pero preferí no tocarlos, por si su aspecto era lo único sólido que conservaban.

Ya los tenia, los tres, almacenados en la memoria. Los analizaría con calma en otro momento, pues por los títulos no parecian tratar sobre lo que me interesaba.

Oí sus pasos amortiguados por los libros, mientras correteaba por encima de sus extraños senderos.

La esperé con cara de interés, fingiendo no atreverme a abrir los libros con una mirada de duda y respeto por esos objetos.

Al verle negué con la cabeza.

- Tenemos un librito con apuntes intentando recoger la información de esos libros, pero las frases no tienen cohesión alguna entre ellas -se lo acerqué con la mente, sonriendo un poco.- Si me dijeras el tema exacto igual podría buscarte algo relacionado... Aunque los más antiguos no los acostumbro a leer...- susurré esa última frase, un poco avergonzada de mí misma.

Tenía la sensación que no encontraría lo que buscaba, pero podía intentar ayudarle un poco. Esos eran los libros más antiguos que hablaban de algo importante. Los demás pergaminos eran para declarar la paz o la guerra a otros países.

Cojí las notas que me prestaba... Interesante. Copiado a mano... menudo trabajo de artesanía al más puro estilo antiguo... lento y primario. Esto prometía. Me lo puse bajo el brazo y me levanté, algo bruscamente.

-Tengo una idea...

Podía funcionar...

-He visto como mueves con gracilidad ojetos con un "simple" pensamiento...

-Sonará extraño, pero...

Me tome unos segundos para estudiar su rostro. Parecia sorprendida, pero no dudosa. Confiaba fácilmente... poco había vivido en la calle. Mejor para ella. Y para su mente.

-¿Podrías aguantarme en el aire, en medio de la sala repleta de libros? Necesito estar justo en el medio, un poco alzado, pero si estás cerca, no funcionará.

Su cara seguía igual, pero sus ojos exteriorizaron un poco de su airada duda. ¿Creía que queria hacer mal?

-Tranquila, no voy a dañar tus libros. Solo quiero escanearlos todos a la vez. Solo que el escaneo...

Si estaba cerca ce una emisión tan potente de luz de tantas frequencias distintas, seguramente se quedaría ciega, incluso podía causarle tumores en la piel a largo plazo... Pero si se lo decía, creería que eso también quemará los libros... Bueno, no los quemaria, en cierto modo.

-Solo que el escaneo no saldrá bien si hay personas cerca, por que distorsionarías los resultados. -Mentí.

¿Levantarle en medio de la sala? Era la idea más disparatada que nunca me habían dicho... Mi maestro pudo enseñarme pocas cosas sobre este poder. Negué de nuevo con la cabeza.

- Lo siento, yo sólo puedo mover objetos pequeños, sólo me han enseñado a eso. Y tengo que estar cerca de las cosas, es imposible moverte estando fuera de la sala. Mi poder se debilita... todavía más.

Me quedé pensando un rato por alguna solución, pero poco me vino a la mente.

- Lo único que puedes hacer, si quieres hacer un escaneo, es ir estantería a estantería, pero yo poco más puedo hacer.

Mmmm... podía hacerlo de otra forma... pero derrocharía bastante energía... lástima.

-Deacuerdo. Lo haré des de la pueta, sin entrar en la sala. Pero usaré estaré del todo concentrado.

A tu merced, me guardé.

Necesítaria varios minutos.

-Si te pusieras delante, podrías enfermar...

Me dirigí hacia la pueta y me puse a l lado del primer libro que había en el suelo. des de allí la sala se alargaba y se perdia en sus recovecos y estantarías.

La electricidad empezó a recorrerme todo el cuerpo, haciendo alegres arcos hasta el suelo y objetos cercanos, mientras todos mis sistemas se concentraban en leer y almacenar todas las letras contenidas en todos los volúmenes.

Tenia los ojos cerrados y la mente completamente en blanco, pues todos mis pocesadores se encontraban trabajando en un único propósito, leer.

Ni siquiera me di cuenta de las dos pequñas esferas negras que se dirigían directas a mi cabeza.

El chico se puso delante de la puerta y me dijo que no le interrumpiera. Cerró los ojos, y de repente noté como algo le recorría el cuerpo y se dirigía a la biblioteca. Fruncí el ceño y me decidí a avisarle, y que me dijera qué estaba haciendo exactamente. Al acercar la mano a su hombro me dio un calambre que me hizo saltar hacia atrás. ¿Estaba hecho de electricidad?

Resoplé al ver que no podía hacer nada. Y al mirar otra vez vi un par de esferas negras dirigiéndose a la cabeza del chico. Moví un trozo de madera con la mente para proteger al tipo, y las bolas hicieron que la madera se rompiese. Algunas de las astillas impactaron contra el chico, pero no se inmutó.

"¿Qué está pasando...? ¿Qué les haces a mis libros y por qué han aparecido estas bolas mágicas...?

Algo iva mal. Reduje un poco la velocidad de lectura para poder articular alguna frase...

-No.. puedo... moverme... ahor *ghhhhhh*

Si algo iva mal, ayudaría más acabando rápido el escaneo y reaccionando luego que parandome a charlar.

Una sombra antinatural, se extendía des de detrás de unas estanterías... apenas la detecté, pero no servía de nada, pues aún me quedaban dos minutos más, eso si no me distraía.

¿Qué pasa? ¿Por qué? ¿Por qué mi tranquilo día de repente se ha vuelto ta ajetreado por un solo cliente? ¿Por qué?

Cogí mi abanico de metal con una mano y me acerqué a la puerta. ¿Qué podía hacer yo contra la magia? No pensaba usar fuego, no quería quemar mis libros, tan preciados y bien ordenados.

De un lado de la sala apareció un monstruo sin una forma concreta. Algo parecido a una gelatina. Estaba, ahora mismo, viviendo mi propia aventura... Y no me gustaba nada.
Las lágrimas empezaron a brollar por mis ojos, aunque lancé mi abanico contra el monstruo, pensando cómo podría derrotarlo, pero sin llegar a verlo por las lágrimas.

Estaba acabando... 98,5%...

Solo... más deprisa...

Me forcé, el suelo se chamuscó y se combó hacia abajo, el marco se astilló, y los primeros libros volaron como marionetas en un huracán.

Antes de que cayeran, ya había pasado por debajo suyo, corriendo. Atravesé una estantería como si se tratara de mantequilla.
Con el impulso, di un pisotón a una mesa, que antes de hundirse, me permitió impulsarme.

Sobrevole la última estantería con ese salto... y ahí estaba. Ahí estaba la chica, jugando con un abanico de metal contra un ser de pura oscuridad.

No le derrotaría así. Ni siquiera podría dañarla!

Pero su infructuoso ataque la había distraído, la criatura no se percató de que estaba ahí... aún.

En mi mano ya estaba la pistola, desprendiendo un brillo azulado. La criatura reaccionó ante tal carga de energía. Empezó a condensarse para esquivar el ataque.

Demasiado tarde. Carga al 26%. Con eso me bastaba. Disparé.

La criatura desprendió su primer y último chillido sobrenatural, justo cuando un haz de luz borró su existencia.

El estruendo llegó un poco después. Un golpe seco cruzó el aire cuando el edificio se daba cuenta que tenía un agujero cruzando toda su estructura. Un agujero de varios metros.

El retroceso me había incrustado contra el techo, en el centro de un cráter. La chica lloraba.

No sabía si por su vida, por sus libros, por el terror, o por estar al lado de un agujero, viendo vacío el lugar que hasta ahora ocupaba casi la mitad de lo que había sido su vida.


Segundos después. La piedra que me apresaba, cedió. Caí pesadamente al suelo, ahora sin libros, pues la explosión los había amontonado, junto a sus estanterías, en los limites de la sala. Algunos habían salido a través de los pequeños cristales, incluso.

-Mierda.

Aquello llamaría la atención. Si no era de las autoridades, sería de alguien peor.

Cojí a la chica, aún en shock. Salté por el cristal, aterricé con un golpe seco en medio del patio. El musgo silenció la caída. Me escondí detrás de la palmera, en una espesa sombra que formaba el fresco rocío que anunciaba el amanecer.

La miré. No tenia heridas. Solo en el alma.

-Lo siento... todos esos libros...

Ella seguia con la mirada perdida.

-Eran todo para tí... Por que... ¿Cómo acabó ese aberrante libro de mágia entre tu colección? Era más peligroso de lo que creíste...

Había desenfundado un abanico contra un elemental de sombra... Hubiera muerto unos segundos despues si no hubiera disparado... pero yo también habria perdido la cabeza sin darme cuenta si ella no hubiera estado allí. Ahora que ya no estaba leyendo, mi mente habia procesado lo que mis ojos habian visto sin mirar.

Aquella chiquilla me había salvado. Sin titubear. Yo había despertado al monstruo, yo había puesto su vida en peligro, yo había maltratado lo que mas apreciaba... y me había salvado.

-Sé que no servirá de nada. Pero...

-Tengo todos tus libros aqui.

Señalé mi pecho. Ahí donde estaba uno de mis chips de datos.

-Todos ellos. Incluso algunos que parecían indescifrables, o quetenían cierres que no se podían abrir. Los conservo todos.

-Y como poseo todo lo que te pertenece... a partir de ahora te seguiré adonde vayas.

-Me llamo Killy. Pongo mi pistola a tu disposición, en pago por todo lo que has perdido por un desconocido.

Seguía llorando, me pareció queni siguiera me había escuchado. Pero en el fondo de sus ojos ví un brillo de aceptación. Aún dudoso sobre cuál sería su reaccion... Sobrecargué la superficie de mi piel para que se calentara.

Una vez mi cuerpo desprendía unos confortables 45 grados, la abrazé. Esperé que mis palabras, la calidez, y el tiempo, pudieran hacer que, algún dia, me perdonara.

-Vamos, pequeña... no te hundas...

Una gota de mercurio cayó sobre su mejilla. Una de las astillas seguia clavada en mi cuello. Cerré la herida para que no le tocara más de ese metal precioso y a la vez peligroso.

El mercurio se mezcló con sus lágrimas, y cayó hasta su cuello.

Y antes de que me diera cuenta, una explosión descolocó los libros, la pared desapareció. Escondí la cara entre mis enormes manos y lloré un rato más.

Una vez calmada y consciente de la situación estábamos en el jardín, y el chico me dirigió algunas palabras. Lo escuché, pero los sollozos no me dejaban hablar. Seguía asustada y sorprendida por todo lo que había pasado ese día. Y entonces el chico me abrazó.

Le abracé fuerte también y volví a llorar. Pasaron minutos hasta que me tranquilicé de nuevo.

- Yo soy Ylva... -dije en una voz casi imperceptible, separándome de él.- No he podido guardarlos bien... Eran... eran de mi maestro. Nosotros sólo coleccionábamos libros, daba igual de qué tema trataran -me sequé las lágrimas con las mangas-. No hace falta que vengas conmigo... volveré a casa, supongo. No tengo otro lugar a dónde ir...Aunque no estoy segura de si mi madre querrá verme...

Me puse en pie y me quité el polvo del vestido. Miré el edificio, ahora más destrozado que hacía unos minutos.


((OOC: No he podido evitar llorar un poco con tu post, jope ;x;))

Se recomponía rápidamente.

-A mí puedes llamarme Killy...

Esa pequeña chiquilla escondía una mujer muy fuerte... Se giró melancólicamente a mirar su viejo edificio, ahora en decadencia...

Le cojí la mano, y, mirándola a los ojos, le dije:

-No. Te lo debo. Tengo aqui...

Puse su mano sobre mi pecho, pensando que entendreía con ese gesto, que guardaba en varias copias seguras distintas, absolutamente todos sus libros.

-...Todo por lo que has vivido.

Se lo debía. O eso creía.

-Si quieres, iremos a tu casa. Habla con tu madre. O haz lo que plazca.

-Pero vista tu reacción ante esa abominación... creo que te seré útil para sobrevivir ahí fuera.

Dije con voz tranquila, señalando el portal que conducía a la calle, ahora resquebrajado.

Off: =S no quería emocionarte =P, anda, veamos que decides

Sonreí a aquello de "tengo aquí todo por lo que has vivido"

- No realmente. Fue mi maestro el que me acogió; vivía por la biblioteca, no por los libros.


¿Abominación? ¿De qué hablaba? Ah... el monstruo?

- Estaba... pensando qué maneras tenía de combatirlo sin dañar los libros. Eso era solo para distraerlo... -dije, apartando la mirada y sonrojándome un poco. Luego recordé que mi abanico seguía en lo que había sido la biblioteca, y fui hacia allí, con la esperanza de volver a encontrarlo. Y de llevarme algún libro conmigo también.

"Puedes buscar objetos con la mente. Sólo debes recordarlo y decirle que venga hacia ti."

Rebusqué un poco entre las runas, aunque el desorden me despistaba.

La chica volvió a subir. Supuse que para coger objetos prsonales y despedirse un poco de su hogar.

Mientras la esperaba, absorbí las astillas y cerré las heridas. Activé mi reactor interno para que fuera recargando mis baterías de nuevo, pues le costaría bastantes horas.

Cogí un pequeño pad de datos, uno con holopantalla. El más intuitivo que pude encontrar entre toda mi colección. Saqué un cable de datos de mi nuca y lo conecté a él. Pasé todos los libros a una biblioteca ordenada por temas, autores, y títulos. Era lo mínimo que le podía dar para compensarle.

Se oía rumor de objetos movidos en el interior del edificio. Con todo el desastre, le costaría encontrar lo que quisiera.
Me senté, junté mis rodillas, cruzé mis brazos encima suyo, y agaché la cabeza.
Descansaría ahora que podía, pues preveía una temporada bastante movida...

Una hora más tarde ya hube encontrado mi abanico, que me coloqué en el cinturón; el libro que estaba leyendo antes de que vinieran a molestarme y el registro de la biblioteca.

¿Quizás debería recuperar todos los libros y hacer una nueva biblioteca? Aunque ahora mismo... prefería encontrar a mi maestro y contarle qué había pasado. Y entonces, decidir qué hacer.

Volví con Killy.

- Ya he terminado. Me da pena dejar este sitio... Pero no estaría seguro bajo un edificio que tiene un agujero de varios metros. ¡Buscaré al maestro! Y le contaré qué ha pasado. Y seguro que tiene alguna solución. ¡O puedo buscar otra biblioteca para guardar los libros! Hmm... - me quedé pensando, agarrando fuerte los libros. Alcé la cabeza y vi el cielo. Hacía tiempo que no lo miraba... era relajante. Me gustaba.



((OOC: Coger y cogí ))

Ella bajó tranquilamente por las escaleras, como despidiéndose con cada paso.

Me giré cuando me contó sus intenciones.

Luego miró al cielo con la mirada ausente.

Me esperé unos minutos...

-Toma. Le dí el pad de lectura con todos los libros dentro. -Así, vayas adónde vayas, siempre tendrás todos tus libros contigo.

Puso cara de duda.

-Es más facil de lo que parece... Le enseñé todo cuanto necesitaba para leerlos y buscar entre los miles de títulos. -¿Ves?. Aquí se lee claramente. Hasta te lo traduce automáticamente, si quieres... y con ese botón regulas la luz de la pantalla.

-Eso es lo que conseguí a cambio de todo el mal...Bueno, ¿A dónde quieres ir a empezar a buscar a tu mentor?

Me adelanté hacia la salida, y me giré para ver hacia dónde decidía ir.

El chico me enseñó un aparato extraño, donde estaban almacenados todos los libros. ¿Quizás era magia? No lo parecía para nada. Aunque ya me había fijado que no podía venir del pasado, sino más bien del futuro. Así que igual es uno de los aparatos que usan en Rhecelian.
Tomé el aparato con cuidado y lo puse entre los libros.

- Gracias. Intentaré no perderlo.

Le seguí hasta la salida del lugar. Parecía realmente dispuesto a acompañarme a dónde fuera.

- Quiero ir al mercado. Necesito una bolsa para todo esto, y algo de comida -me paré un momento a su lado, y continué andando en dirección al mercado. Creo que llevaba suficiente dinero para comprar un buen bistec.

Este será el principio de mi aventura.

Una bolsa. Claro. Comida... no me decía nada. Pero puede que encontrara pilas. Eso esperaba.

-Tu delante, pues. Es tu ciudad. Es tu historia.

Dejó que encabezara la marcha, entre los callejones estrechos.

-Yo te cubro.


Y se perdieron entre callejones.

(OFF: fin del post?)

- No creo que me ataquen dentro de la ciudad -me reí un poco y continué mi camino.

Igual lo que necesitaba un cambio de estilo de vida... aunque creo que dependería mucho de mi compañero.

((OOC: si, fin del post ^^ si quieres abro yo el siguiente por el mercado o así... aunque estaría bien encontrarnos con alguien también xD))