Recorriendo los Stands [Libre]

Una vez en la entrada de estos Grandes Almacenes de Las Vegas, el ruido del exterior queda aplacado por el bullicio de los entusiastas por las compras, los atentos dependietes que intentan vender algo a toda costa y la música de fondo. Todo parece más brillante a la luz de los focos y compiten entre ellos para conseguir mayor atención.

A Aydana le gustaban esas cosas, en apariencia muy bonitas, y sobretodo la gente que se vaciaba los bolsillos con ansia de más objetos materiales. Se paseaba procurando pasar inadvertida entre los pesados vendedores para evitar tener que decirles que no a todos. Se detuvo en un stand de ropa de una modesta marca y sacó un vestido blanco entre las perchas. No era algo que le pegase demasiado...

En mi afán por descubrir lo que aquellas nuevas tierras podían ofrecerme, acabé en una calle llena de puestos y stands de vendedores de lo más variopintos. Aproveché el viaje para hablar un poco con la gente de allí, y pude hace un par de cambios interesantes, ya que encontré una pieza idéntica a uno de los componentes de mi traje y pensé que estaría bien tener recambios por si algo fallaba. Además vi a un hombre que anunciaba a gritos poseer un fragmento de un rarísimo cristal blanco, un auténtico Whiteshard, pero al acercarme, pude ver que no era más que una burda imitación (conocía bien los Whiteshard porque mi traje era el único que funcionaba potenciado por uno de ellos, y no tenía nada que ver con la baratija de aquél hombre). Aún así, muchísimas personas se reunían alrededor suyo para admirarlo e incluso pujar por él. Pobres idiotas.

Siguiendo mi paseo, reparé en una pequeña tienda que parecía esconderse del tumulto exterior. Parecía una tienda de ropa, y aún así había alguna que otra persona que ojeaba dentro.
Entré en aquella tienda, aunque no estaba muy seguro de lo que buscaba, ya que la mayoría del tiempo iba vestido únicamente con el G-Suit, pero a veces no estaba mal llevar algo más de ropa "normal" encima.

Empecé a ojear entre los percheros cuando, al girarme, topé sin querer con el hombro de una mujer que me hizo quedarme sin aliento durante un minuto.
Sus ardientes ojos rojos se clavaron en los míos e, incapaz de articular casi ni palabra, finalmente pude decir

-D.. disculpe.
Reparé fugazmente en las membranosas alas negras que poseía y en la rareza de su larguísimo pelo rojo. ¿Por qué tenía que ser de esa raza? Siempre fueron mi debilidad, pero debía actuar como si fuera lo más normal del mundo, así que tras las palabras, me incliné levemente en señal de disculpa formal.

Mientras estaba evaluando como le quedaría puesto el vestido blanco, algo fue a golpearle el hombro, y aunque fuera sin demasiada fuerza, la percha se le soltó de las manos, pues la sujetaba casi con la punta de los dedos, como si la claridad fuera algo extraño para ella. Miró como el vestido tocaba el suelo y mientras giró la cabeza para ver qué o quién fue la causa. Resultó ser un "quién". Ocultó rápidamente su expresión de asombro tras una sonrisa inocente al ver la dulce cara de aquel chico joven, ataviado con un mono de lo más ajustado. Eso le gustó.

-Vaya, qué tonta soy... -dijo de forma distraída mientras se agachaba para recoger el vestido y dejarlo en su sitio. Procuró no dejar de mirarlo a los ojos mientras lo hacía.

Puesto que mi trato con Súcubos y otros demonios había sido mínimo, precisamente por mi debilidad a ellos, no tenía demasiada información acerca de lo que eran capaces de hacer, pero estaba casi seguro de que aquella chica me estaba leyendo la mente, porque sonrió ligeramente y no dejó de mirarme ni un segundo mientras recogía el vestido blanco que por mi culpa se le había caído al suelo.
Intenté concentrarme en cualquier cosa que me salvara de la cárcel que creaba su mirada en la mía, y fui a parar al vestido que recogía, el cual estaba mirando cuando choqué con ella.

-¿Blanco eh? Hmm... no creo que te pegue mucho. ¿Pero quién soy yo para decir nada de ropa? Casi siempre voy con este biotraje negro. -intenté reír de manera natural y despreocupada, pero estoy casi seguro de que el resultado fue más bien una risilla nerviosa que de seguro me pondría en total evidencia. No podía evitar que el corazón me funcionara a cien por hora, pero debía tranquilizarme como fuera, y volver a encontrarme con sus ojos no lo haría más sencillo.

El biohumano no era nada extraño para ella, había muchos recorriendo el mundo que habitaba, pero la mezcla de su expresión aniñada, con el largo de su pelo, junto con el traje que parecía intentar ofrecerle una apariencia un poco más dura, peligrosa, le llamó la atención.
El chico se rió de manera un poco nerviosa, Aydana lo percibía, y aunque estaba acostumbrada a cosas así, no por ello dejaba de gustarle que los hombres se comportasen de esa forma. Después de lo que dijo cogió el vestido blanco y dijo:

-Si, supongo que me llaman la atención las cosas raras...y estaba pensando cómo me quedaría puesto, ¿tú qué opinas? -y apoyó el vestido sobre su pecho para que se acomodase a su piel y asi tuviera una visión aproximada.

Sin pensarlo, hice un esfuerzo extra por centrarme solo en la apariencia del vestido sobre una persona cualquiera que le pedía opinión, sin pensar en que la "persona" que se lo pedía era un súcubo.

-(Calma Lyc, solo te está pidiendo que la mires y le digas si te parece que el vestido le quedaría bien...) -pensé.
Tomé aire y le dirigí un fugaz vistazo. Instantáneamente retiré todo lo dicho sobre el vestido; le iba genial, a primera vista, y aunque en un principio dije sobre el color, ahora pude ver que con el blanco y su piel nívea, casi parecía un ser puro (de no ser, obviamente, por todo el resto).

-Bueno, no es como si lo llevaras puesto, pero creo que retiro lo que dije sobre el blanco. Supongo que te quedaría genial, aunque sigo sin imaginarte con ello puesto, se nota que te gusta vestir de negro.

Escuchó los comentarios del joven y quedó satisfecha. De momento. "Con que me quedaría mejor puesto, ¿eh?" pensó. Entonces colgó el vestido en la percha más cercana que había y comenzó a bajarse uno de los tirantes que le cubrían los hombros apenas, pues las zonas de piel al descubierto eran bastante amplias y no había mucho que esconder.

-¿Entonces prefieres que me lo pruebe? ¿Aquí mismo? -esperó a ver la cara que se le ponía, y con un movimiento rápido dejó el tirante en su sitio. -jajaja te tomaba el pelo, si hago eso ya me mirarían más de la cuenta- dijo en tono jocoso y a la vez confidencial.

Miró al chico de arriba abajo observando con más atención los detalles de su atuendo y comentó:
-Creo que en lo del negro ambos estamos de acuerdo, ¿no? -Hizo una pequeña pausa y siguió, con una sonrisa torcida- Por cierto, ¿cómo te llamas? Después de interrumpir así con tu presencia creo que es lo mínimo que podrías hacer.

Decididamente, estaba jugando conmigo. Sabía perfectamente que me ponía nervioso y saltaba a la vista que le divertía, pero no iba a permitir que me ganara.
Cuando se bajó el tirante, casi me da un vuelco el corazón, pero di gracias a que se lo subió y respiré profundamente, esperando que el traje no delatara el rápido movimiento de mi pecho por los desbocados latidos.
Reí de nuevo, todo lo tranquilo que pude (fallé de nuevo, por supuesto) y pude ver como me miraba de arriba a abajo.

-(Espero que solo sienta curiosidad por el traje...) -deseé.
Pero después me sentí un poco mal por lo que ella apuntó finalmente.

-Tienes toda la razón, qué descortesía la mía. Mi nombre es Lycaon, Lycaon Whiteshard, para servirle. -como era usual en mí, me tomé la licencia de coger su mano y besarla cortésmente.

La expresión de su cara al bajarse el tirante había sido de lo más variopinta, eso la divirtió enormemente. "Cómo me alegro de hacer decidido pasearme por aquí" pensaba.

-Bueno, al menos te has corregido y te has comportado como todo un caballero -Dijo mientras el ahora identificado como Lycaon se presentaba y besaba su mano-. A mi simplemente puedes llamarme Aydana, Lycaon.

Su nombre lo pronunció acercándose un poco hacia su oído y clara y sensual, de forma que pareciese que no se olvidaría nunca de su nombre. Y aunque era verdad que nunca se olvidaba del nombre de ningún ser de género masculino, nunca estaba de más practicar sus habilidades en la seducción.

-Dime, ¿qué andabas buscando por esta zona de la ciudad? -dijo alzando las cejas y estirando las alas para volver a plegarlas de nuevo.

Procuré no caer en ninguno de sus trucos de seducción a los que era especialmente débil, pero no pude evitar cerrar los ojos y suspirar cuando se acercó a mi oído para decir su nombre. Casi pude notar su aliento en mi piel, y eso me produjo un extraño escalofrío que recorrió cada centímetro de mi tez.

Me asombró, sin embargo, el tamaño de sus alas al desplegarse, y no pude evitar quedarme unos segundos en silencio, apreciándolas. Siempre me habían fascinado los seres alados: el aire, el viento, el cielo... Secretamente, siempre había querido poder volar.

-Bueno, ando buscando a alguien para agradecerle una cosa que hizo por mí, pero tengo muy pocas pistas así que de momento solo estoy vagando y conociendo estas tierras. De hecho, es la primera vez que vengo por aquí. -dije, mostrándome por primera vez algo más tranquilo. Al hablar de mis asuntos (cosa que nunca me había importado lo más mínimo), podía por fin relajarme un poco y no quedarme admirando tan atractivo ser que tenía delante.

Notó como observaba Lycaon sus alas cuando las abrió. "Supongo que todos los que no las tienes desearían unas" Pensó, aunque no es que alardease mucho ante el hecho de poder volar, pues solía pasar más tiempo en tierra porque el cielo acababa siendo más aburrido y monótono para ella. Aunque de vez en cuando sentía la necesidad de estirarlas un poco.

Escuchó lo que el chico tenía que decir, no era algo demasiado interesante, el chico le gustaba, pero era tan inocente que se empezaba a aburrir. Cruzó los brazos e intentó seguir entablado una conversación:
-¿Uhmmm? ¿Y tan importante es? ¿Quién te ayudó? ¿Era una mujer? -Formuló las preguntas un poco más deprisa de lo debido, pero alto y claro, fijando la vista en su rostro.

Aún con su tono de peligrosa picardía, aquella mujer me estaba empezando a caer bien (aunque supongo que, en caso de querer hacerme daño, sería precisamente esa su intención).
Se estaba aburriendo, y lejos de aprovecharlo para aburrirla y poder zafarme de su atracción, sentí la necesidad de evitarlo a toda costa, de modo que contesté las preguntas tan rápido como ella las hizo.

-Supongo que no es tan importante, pero se me ha metido entre ceja y ceja. Yo no la vi, pero quienes me "arreglaron" -dije, dando un par de toques al traje negro- quienes me convirtieron en biohumano dicen que era una ángel de largo pelo negro.
Vamos, que como comprenderás, busco una piedra en una montaña.

Realmente quería dar con ella y agradecerle que me salvara la vida. No era especialmente necesario, pero nunca me ha gustado deberle nada a nadie.

-Pero hablar de mí es muy aburrido -dije con energías renovadas, clavando esta vez en sus ojos una mirada directa-
Dime, ¿qué puede atraer a una belleza como tú a este rincón del Mundo?

Atendió al relato que le contó Lycaon y midió sus palabras. No parecía importarle lo más mínimo a quién le tuviese que contar su vida y lo hizo sin ninguna atisbo de duda. Pero la palabra "ángel" apareció entre todo y el relato le pareció un poco menos interesante:

-Así que un ángel. Perfectos para la imagen de una salvación, ¿no? Siempre están ahí cuando se les necesita, sin importar lo que les pase a ellos mismos.

Lo juzgó sin pensar, como si esas palabras estuvieran a punto para saltar en cualquier momento del día. Le pareció que al decir eso ya no le caería tan bien al biohumano, por lo que se corrigió sonriendo enseñando sus blancos y pulidos dientes:

-Pero bueno, si no fuese por ese pajarito de negra cabellera no estarías aquí ahora mismo.

Su siguiente pregunta le sorprendió al contener la palabra "belleza". "Vaya vaya, te estás soltando eh, hombretón?"

-Pues nada raro para lo que llevo haciendo toda mi existencia: Ir de un lado para otro, curiosear, y procurar no aburrirme. -Se sujetó la cara con una mano mientras mantuvo la otra cruzada al pecho y su mirada se distrajo un momento mientras decía- Pero supongo que no me vendría mal hacer algo distinto.

Y volvió la mirada hacia sus ojos, que la miraban más intensamente

Estaba claro que todo ese rollo del ángel que viene a salvar al pobre humano malherido para darle una segunda oportunidad en la vida lo tenía más que visto, e incluso a mí me parecía demasiado perfecto para tener ningún tipo de interés.
De hecho, no lo tenía.

-No me malinterpretes, Aydana -¿me permites que te tutee?- El rollo de que sea un ángel quien me salvó me da exactamente igual. La verdad es que habría importado lo mismo que fuera un ángel como un demonio, eldar, dragón o semiloquesea. El caso es que me salvó de una muerte segura, y ya he dicho que no me gusta deberle nada a nadie. -dije, entrecerrando los ojos con un poco de ira contenida. Me podía la rabia del orgullo herido, y sabía que era estúpido, pero yo no le pedí que me salvara.

-Así pues -retomé, dejando atrás mi historia- ¿Vas por ahí vagando igual que yo? Pues si me permites la descortesía, ¿me concederías el honor de acompañarte? Si no es gran molestia, por supuesto. Me aburro demasiado tratando con idiotas y vendedores empalagosos por estas calles y no iría nada mal una compañía tan grata.

-Claro que puedes tutearme, ¡como si me importara!
Inmediatamente frunció el ceño. Su reacción ante el comentario del ángel salvador se la esperaba, pero la petición que vino después la dejó un poco confusa "¿Un humano robotizado que quiere estar a mi lado? Esto casi parece de chiste". Había sido demasiado formal, por lo que enroscó su cola a la cintura del chico y lo atrajo hacia sí para quitarle hierro al asunto:

-Oh, qué bonito, ¿quieres ser mi cachorrito y hacerme compañía? -dijo en tono divertido-¿Y podré jugar contigo? Así seguro que no nos aburrimos.
Mientras decía esto último pasándose la lengua por los labios y le miraba con un brillo especial en los ojos, era un gesto que le salía solo.

Cerré los ojos con fuerza mientras una gota de sudor me bajaba por la nuca.
-(La cola no... no.. hagas eso con la cola...) -pensaba mientras me atraía hacia ella.
-(Por lo que más quieras, Lycaon, ¡céntrate!)

A escasos centímetros de ella, su suave olor me embriagó por completo, inundando mis sentidos hasta casi dejarme sin habla. Pero con la escasa confianza en mí mismo que había conseguido recientemente, intenté hacer como si aquello no me importara lo más mínimo.

-¿Así que quieres jugar, eh? Me pregunto qué tipo de juego le apetece a la señorita -tomé fuerzas en tranquilizarme y dije esto último mientras acariciaba con un levísimo toque su cuello, y luego la miré de nuevo, como si fuera lo más normal del mundo.

-Entonces, ¿aceptas?

El toque en el cuello la volvió a pillar un poco desprevenida. Lycaon se iba llenando de sorpresas con el transcurso del tiempo, pasando de parecer que le tenía hasta miedo a la demonio a parecer más seguro de sí mismo.

Volvió a fruncir el ceño mientras dejaba libre al chico, no sin dejar de mirarle fijamente a los ojos y escudriñarle el rostro para intentar adivinar esos pensamientos que la descolocaban de cierta manera:
-Acepto -dijo mientras se cruzaba de brazos y apoyaba el peso en una pierna-, pero también tienes que aceptar tú a no quejarte de lo que presencies. Si te aburres, te das un paseo...yo haré lo que me plazca.

Aquella conversación se iba convirtiendo en un doble análisis completo del uno al otro. Yo intentaba entender a la demonio y ella a mí, y por alguna razón, no estaba nada mal.

Cuando me dejó ir, sentí un breve deseo de que volviera a hacerlo, pero luego me reprendí a mí mismo por pensar siquiera en ello, y sacudí la cabeza como quién pretende simplemente desperezarse, mientras echaba esos pensamientos de mi mente.
Luego la miré de nuevo con un aire algo nostálgico. Esto acababa de recordarme horrores a un juego que jugué hace tiempo en el que un chico emprendía su aventura acompañado por una poderosa demonio que hacía como que iba con él por mero aburrimiento, pero eso no venía al caso.

-Por supuesto que acepto. -dije solemnemente.

Me intrigaba. ¿A dónde podría querer dirigirse aquella mujer?

-Bueno, ya que he sido yo el que se ha unido a tu jornada, supongo que no me queda otra que estar a tu merced. -le guiñé el ojo- Dime, ¿cuál será nuestro próximo destino?

Volvió los ojos en señal de aburimiento "Genial, un chico acosándome durante todo el día"
Pese a que la edad de ambos era muy próxima (pues se hacía una idea de la que tendría Lycaon), ella era mucho más joven para su raza, pues los demonios eran muchísimo más longevos. Aydana sóle staba acostumbrada a la diversión y el placer, por lo que las cosas serias le aburrían, tampoco quería comprenderlas.

-¿A dónde vamos? Ni que fuera planificando lo que hago en cada momento Le agarró esta vez con la cola por el cuello a modo de correa, sin hacerle daño porque tampoco era su intención estrangular a un biohumano en medio de unos Grandes Almacenes.



OFF: Escoja usted un lugar XD

OFF: Hecho, abro post y copio el link aquí :3

No planificaba, simplemente actuaba según le venía en gana. Vamos, exactamente igual que acostumbraba a hacer yo.

-Bien bien, así que ahora la mascota es quién guía a la ama. Lo nunca visto -me reí.

Realmente no tenía idea de a dónde ir, ya que me conocía los alrededores exactamente lo mismo que me conozco la superficie de Urano: absolutamente nada.

Entonces recordé un lugar que no había visitado aún pero del que quería ser testigo cuanto antes, así que casi sin preguntar, puse rumbo inmediato.



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